Lo confirmó la Secretaría de Salud: luego del promisorio anuncio proveniente de la Universidad de Oxford, en el que aseguran que la dexametasona tiene un impacto positivo en reducir muertes de casos graves de COVID-19, en México ya se registran compras masivas del medicamento.
Los problemas son varios: no solo la información de la universidad de Oxford es preliminar (el artículo con los pormenores del ensayo y la metodología no ha sido publicado), sino que además la eficacia que notifican los investigadores de Reino Unido es bajo circunstancias muy especiales: en dosis muy bajas, y únicamente a enfermos muy graves.
Sucede, explica el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, en la conferencia habitual diaria, que la dexametasona se encuentra en el grupo de esteroides. Entre sus múltiples efectos, uno de ellos siento de la desinflamación, está también el que suprime el sistema inmunológico del organismo, de forma que tomarlo sin prescripción puede resultar contraproducente.
"Estamos identificando una demanda excesiva de dexametasona en las farmacias en México y pareciera que hay un patrón, que las personas quieren guardar su reserva preventiva"
Hugo López-Gatell
Habría gente que está almacenando el medicamento
Como lo explican a la perfección nuestros compañeros de Xataka, la dexametasona tiene efectos no sobre el virus, sino sobre la respuesta inmune que, en fases muy avanzadas de la enfermedad, produce efectos indeseados como una inflamación excesiva.
Lo que hicieron en Londres fue utilizar la dexametasona para mantener al margen al sistema inmune, siempre con dosis mínimas. A reducir al margen al sistema inmune con efectos terapéuticos se le llama 'inmunosupresión', y es deseable en condiciones médicas muy concretas, como por ejemplo, cuando se necesita que el sistema inmune de un paciente con un trasplante de órgano, no reaccione para atacándolo.
Además de los potenciales efectos de la dexametasona, está el asunto del almacenamiento. Parte de la promesa relacionada con la dexametasona como tratamiento para el COVID-19, está en que el medicamento es un coricoesteroide muy barato y ampliamente disponible. De ahí la precaución extrema que debe tomarse con los resultados, pues con la expectativa tan alta, era fácil suponer que habría vendedores oportunistas que planean hacerse de reservas.
Ese es precisamente el principal temor de la Secretaría de Salud.
Como con todo medicamento que ha sido propuesto como terapia al COVID-19, no se puede ser lo suficientemente escéptico. La información con ensayos no deja de provenir de todas partes del mundo, lo que es perfectamente razonable pues esta se trata de una pandemia. Pero, ante la abrumadora cantidad de información, cuando se trata de ciencia, la verificación es parte imprescindible del proceso.
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