Millones de personas vivieron en carne propia uno de los peores sismos de las últimas tres décadas, sintieron estremecerse la tierra y en cuestión de segundos algunos tuvieron la oportunidad de salir de sus casas y lugares de trabajo, otros no tuvieron la dicha de salir inmediatamente, y tuvieron que esperar a su rescate bajo los escombros, unos más perdieron la batalla y hemos tenido que dejarlos partir llenos de dolor y de impotencia.
En este escenario es en el que están viviendo los habitantes de la Ciudad de México, Puebla, Morelos, Guerrero, Estado de México, Oaxaca y Chiapas, su preocupación se manifiesta de muchas formas, mismas que hay que reconocer para poder combatir.
Síntomas
Sabiendo esto entrevistamos a la psicoterapeuta Ruth González, para que nos dijeran cómo podemos lidiar con los sentimientos que se agolpan en el pecho una vez que ha pasado el temblor y todo alrededor ha quedado hecho pedazos.
Ella nos comenta que en una emergencia nuestro organismo produce muchos bioquímicos que nos preparan para la defensa de la vida o la huída, y todas esas sustancias que se agolpan en el cuerpo tienen que buscar una salida, pero a veces solo podemos revivir una y mil veces el terror que nos produjo el episodio sísmico, y con eso solo logramos producir más de estos bioquímicos, y cuando no logramos liberarlos se producen alguno o varios de estos síntomas:
- Falta de apetito
- Falta de sueño
- Nerviosismo
- El cuerpo tiembla
- Episodios de amnesia
- Angustia
- Agudeza auditiva
- Intolerancia emocional
Después de los segundos de angustia y de una gran sacudida, cuando constatamos que estamos vivos y que no tenemos un rasguño (los más afortunados) tendemos a volcarnos en ayuda hacia las personas que no resultaron tan favorecidas como nosotros. Basta ver las imágenes de las personas que ayudaron en silla de ruedas o en muletas, porque por más que les dijeran, todos querían apoyar, remover escombros, encontrar vida, y poco a poco, la sociedad civil se fue organizando, llegando antes que las corporaciones del ejército y la policía a muchos sitios y logrando cuando menos avanzar en las labores de la remoción de escombros.
Cómo combatir el estrés post traumático
El combate estrés post-traumático se puede dividir en tres etapas, en la primera es necesario empezar a liberar todos los bioquímicos que se acumularon durante el evento, y en los momentos posteriores en que gracias a la información que fluye más que nunca por las redes sociales, seguimos reviviendo el sismo o el evento traumático. Para esto conviene gritar, patalear, brincar, cantar a voz en cuello.
En una segunda etapa necesitamos contención, esta contención la puede dar un terapeuta que tenga controladas sus emociones, pero también cualquier otra persona que esté dispuesta a escuchar, lo más importante en esta etapa es abrazar y dejarse abrazar, eso nos regresa a nuestro centro, calma nuestra piel que estuvo en excitación en la etapa anterior, hay que ser capaz de mirar al otro, de escucharlo, porque esto en definitiva, le ayuda a estar mejor.
La última etapa es la de reconstrucción, porque se ha perdido la certeza de tener vida el día de mañana, y justamente por eso debo procurar dormir bien, alimentarme bien, para seguir siendo de ayuda a los demás.
Es muy importante tomar en cuenta que si hubo algún tipo de pérdida material o de familiares, se acerquen a un proceso terapéutico, que escriban una carta de despedida, que hagan rituales de despedida, de cierre de ciclos, sin importar la religión que se profese, o incluso si no se practica alguna religión, tenemos que recordar y aceptar que aún a pesar de esa persona o ese bien que perdimos, la vida sigue y no deja de ser maravillosa.
La posibilidad de apoyar en el rescate de los semejantes que estaban entre el polvo y las paredes genera una hormona llamada oxitocina que nos hace sentir empatía por los demás, nos ayuda a tranquilizarnos y a ayudar a que otros se sientan comprendidos, esto fue lo que dijo el Dr. Eduardo Calixto, especialista en neurociencias, quien además nos dice que mientras más solos nos sentimos buscamos otras personas que nos puedan apoyar y nos hagan sentirnos acompañados, logrando con esto la supervivencia de la especie.
¿Qué podemos hacer?
Debemos recordar que al vivir en una zona sísmica es muy probable que se repitan los temblores, no sabemos si más o menos intensos ni cuándo se producirán, pero no podemos permitir que el miedo nos atenace y nos robe las ganas de vivir.
Cada persona tiene una forma diferente de reaccionar al duelo que puede darse por la pérdida de un ser querido, de un inmueble, de un empleo, de un compañero de trabajo, de una mascota, por eso es importante que todos los que han vivido este episodio trágico, recuerden que es necesario acudir a un profesional para que ayude a sanar eso que se ha roto un poco (o un mucho) dentro de cada uno de nosotros.
Imágenes | Estoy Contigo
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