Este es un tema que aconteció recientemente y que ha abierto nuevamente el debate de hasta dónde llega la privacidad de un personaje con audiencia pública y cuando los trolles están pasando esa raya. Litzia Beltrán, comunicadora y escritora de tecnología y videojuegos, ha denunciado acoso sobre su persona de parte de un grupo de usuarios provenientes del foro Insert Coin.
A través de un video, ella muestra capturas de pantalla sobre el foro donde suben fotos que le tomaron a ella en un OXXO con su novio, de su auto e incluso una imagen de Google Maps de la ubicación de su domicilio. Lo más alarmante para ella fue ver que entraron al área común de los condominios donde se encuentra su hogar y subieron un video de este suceso en YouTube. Dicho video ya fue removido, pero ella lo mostró en su video.
La reacción desde entonces ha sido muy contrastante con dos posturas; los que defienden a Litzia diciendo que ese tipo de comportamiento es incorrecto y los que dicen que ella lo hizo solo por "ardida, attention whore, y por que se lo merecía". De hecho, los implicados reaccionaron y uno de ellos publicó la siguiente videorrespuesta.
Este tema llegó incluso al periódico El Economista, donde realizaron una nota sobre el acoso cibernético. Ahí contaron con la experiencia del abogado penalista Rodolfo Islas Valdés, socio de la firma Islas-Moya-Salinas-Madero.
“El video con respecto al ingreso en el domicilio sirve como prueba para acreditar el allanamiento," afirma Rodolfo Islas, "salvo que la persona que lo grabó haya tenido la autorización de alguno de los condóminos”.
Además pone en claro que hay pruebas suficientes sobre el delito de amenaza, ya que dichos comentarios y acciones tienen como finalidad provocar temor hacia la persona. No importa si lo consideran una broma pesada, estas acciones generan miedo y existe la figura de daño psicológico por el susto que pretenden hacer hacia su persona.
El resto de las observaciones las pueden leer en el artículo de El Economista. Por lo pronto aquí se encuentran ambos videos y ustedes pueden hacer sus propias conclusiones.
Vía | El Economista
