Si usted tiene más de 10 años, entonces sabe con comodidad que el 4K se nos presentó como la apuesta más ambiciosa, hace no tanto tiempo, para alcanzar los niveles de nitidez más potentes, y de paso acercarnos a la intención real con que el creador de contenidos pensó su obra.
Tire las esperanzas construidas a la basura. Lo de hoy es el 8K.
O más bien lo del mañana. Porque aún con la capacidad más asombrosa de procesamiento, un algoritmo que es capaz de "inventarse" pixeles como por arte de magia, colores vibrantes gracias al HDR10+, y un QLED que tiene las mejores bondades del tradicional LCD e intenta con todo lo que tiene recortar tramo al OLED, la QLED Q900R de Samsung que hemos probado por varias semanas ya, tiene todo para servir de antesala para la que será, sin duda, la tecnología que hará veamos en una década al 4K, como ahora volteamos a ver con desdén al 720p.
La mala noticia: como buen precedente a un suceso, su precio es todo, menos asequible, pues para hacerse con una de estas se necesita desembolsar 131,249 pesos para el modelo que hemos probado de 65 pulgadas construido a base de LCD con matriz de LED detrás.
El escalado, la clave está en el escalado
Tener una pantalla 8K en dormitorio, es como tener a disposición permanente la nitidez, el color y el impacto de un demo de pantalla de cualquier resolución enmedio del centro comercial. Lo mejor es que está disponible no solo el material del demo, sino cualquiera que uno tenga a reproducir, sin importar si es 4K, 2K o hasta FullHD.
El gran problema de la resolución 8K es la gran victoria de la Q900R: el material nativo 8K es tremendamente escaso, por no decir inexistente. A menos que uno cuente con equipo profesional, es difícil conseguir material en video con 8K, 7680 x 4320 pixeles para ser específicos en la pantalla de Samsung. La ventaja de esta y todas las demás pantallas del segmento es ofrecer chipsetsq que se encarguen de hacer un reescalado que promete convertir en 8K esencialmente cualquier resolución que se le ponga enfrente.
Y la Q900R lo logra: el procesado es tan efectivo que el ojo no entrenado tendrá problema para reconocer contenido de Netflix y saber que hay un proceso que distingue, en tiempo real, el ruido nativo de la imagen, de la información que sí conforma el fotograma con datos clave para que entendamos lo que está frente a nuestros ojos.
Los bordes son finos, las líneas no pierden definición, y el nuevo 8K se asoma con 33 millones de pixeles, eso es 31 millones más si en nuestro caso la imagen original tiene una resolución de FullHD.
¿Es entonces una imagen en FullHD extrapolable a 8K? La promesa de venta asegura que sí, (de hecho es más ambiciosa y habla de 720p como reescalable a 8K), pero en la práctica es imposible negar que hay diferencias entre la imagen resultado de reescalar 4K y FullHD. Pero el que el FullHD no termine siendo una mezcla espantosa entre grano, ruido e información que no sirve para nada, es ya un logro asombroso si consideramos la cantidad de datos que deben "inventarse de la nada".
El FullHD a lo mucho puede hacerse pasar por un 4K, asunto nada menor si consideramos que el ruido de cualquier forma se elimina por completo. A la Q900R no le vendría mal aceptar estas diferencias de resultados, y a partir de ahí, establecer ajustes que permitan al usuario definir a cuánto quiere reescalar su contenido de 720 o 1080, a sabiendas que entre más demande, más aberración podrá encontgrar.
La clave del escalado está en la tecnología Machine Learning Super Resolution (MLSP) de Samsung, la primera tecnología de inteligencia artificial para la primera generación de pantallas 8K. A sabiendas del reestrictivo catálogo disponible que tenemos en 8K, la tecnología de reescalado se convertirá en la bandera para comprobar la utilidad de los 33 millones de pixeles.
Desde luego, el MSLR es perfectible. Me he encontrado con más problemas al reproducir contenido 4K vía HDMI que 4K vía streaming (con conexión de 50Mbps), en donde el procesado es tan avanzado que parece darle pesadillas al procesador Quantum 8K. En los primeros segundos de la reproducción de 4K han aparecido glitches, líneas horizontales constantes que, aunque permanecen por menos de 10 segundos, no son nada deseables en pantallas topes de gama con precio de más de 100,000 pesos en cuya promesa de venta está implícita la fluida experiencia de usuario de quien reescala resoluciones menores de 8K como si nada.
Eso sí, Samsung asegura que tienen un algoritmo de aprendizaje que permitirá hacer el reescalado de forma más fluida y con mejores resultados conforme se analicen más fotogramas. En efecto, le otorgo el beneficio de la duda puesto que el analizado en tiempo real es de cada uno de los fotogramas a reproducir.
El calentamiento de la pantalla es, no lo puedo decir de otra forma, escandaloso. Lo suficiente para que en una habitación de mediano tamaño el calentamiento comience a notarse después de cuatro horas de reproducción. No hace falta ni tocar la pantalla, basta con acercarla para descubrir que el reescalado y los LED en 65 pulgadas costarán algunos grados de más alrededor del panel. Aunque tenemos por dado que el calentamiento es un habitual, en más de una ocasión me he preguntado si todo iría con normalidad dentro del televisor.
Mismo caso es el del One Connect, la caja que Samsung reutiliza con fines estéticos y prácticos para que evitar que los puertos estén al reverso de la pantalla (qué pesadilla sería mover constantemente una televisión de 31.2 kilogramos). Cuatro puertos USB, tres HDMI, puerto para Ethernet, salida de audio digital óptica, y puerto para corriente en una nada ligera caja que conecta a la pantalla a través de un solo cable. Así, la caja bien puede ocultarse con facilidad o colocarse en un cajón para solo recurrir a ella al conectar y desconectar. Tremendamente cómodo.
Acortando el paso a las OLED
La tecnología Quantum Dot consiste en nano cristales hechos de materiales semiconductores. Son tan pequeños que 10,000 de ellos tendrían el grosor de un cabello humano. Samsung les ocupa por su capacidad de absorber y emitir luz y por la precisión de colores que pueden representar. Y si en algo las LCD con LED van perdiendo la batalla contra las OLED, es en densidad de negros, y profundidad de color.
Esperen colores vibrantes e impactantes. Para los insatisfechos todavía se puede recurrir al HDR10+, el estándar de rango dinámico amplio al que recurre Samsung. Por si acaso, el brillo le tiende una mano más al rango de colores a reproducir, en donde la Q900R alcanza los potentes 4,000 nits. Si se le coloca en una habitación y se le planea utilizar para antes de dormir, habrá que estar modificando el brillo, porque el nivel regular hará parecer que en el cuarto todo el tiempo es de día.
Con tanto brillo, es lógico que el siguiente paso sea el de pensar en negros profundos. Samsung intenta recortar el tramo que le sabemos llevan los televisores OLED a los LCD con ayuda de micro dimming y Direct Full Array con 480 zonas con retroiluminado independiente, una técnica que hemos visto en otros televisores como la técnica que hemos visto en otros televisores como los Z9G de Sony por los que es posible atenuar de forma independiente sectores del panel.
¿Ello quiere decir que si una zona se atenúa se consigue un negro perfecto? No, pero casi. La prueba de fuego han sido las pantallas de créditos, en donde la mayor parte del panel permanece negro hasta que súbitamente aparecen y desaparecen letras en color blanco alineadas al centro del televisor.
En efecto, los negros son densos, cortesía también, asegura Samsung del 8K. La densidad de pixeles prometen hacen que el negro sea más oscuro que el de una 4K. Solo hay un pequeño tema, para las pantallas de crédito los negros de la periferia alcanzan a distinguirse distintos de los negros menos oscuros que se acercan a la fuente de brillo, en este caso las letras.
Ese es el verdadero precio a pagar en cuanto a negros se refiere, donde los más oscuros serán casi tan profundos como los OLED, pero podemos encontrarnos con disparidades si comparamos con los negros que rodean fuentes de luz. Quizás el camino sea este, y solo necesitemos más zonas independientes para obtener más precisión.
Las decisiones corren a cargo de Tizen
Con una pieza de hardware necesitamos de un software que esté a la altura. No es que Tizen se incómodo, impráctico, o que tenga problemas de rendimiento. El software de Samsung se ha manifestado antes ya ofreciendo una excelente experiencia de usuario en otros televisores, el problema es que se asume tan inteligente que tendrá problema para delegar al usuario el activar o desactivar desde el HDR 10 hasta el modo de imagen.
Vaya dolor de cabeza por el que ha pasado al intentar colocar un modo de imagen más natural, para evitar así el dinámico en donde abunda la sobresaturación. Cinco minutos después Tizen haría el recalculado para volver a colocar el modo dinámico, y si yo osaba volver a modo natural, Tizen volvería cinco minutos después para recordarme que esa no es la forma en que recomienda ver mis contenidos, de forma que, con permiso, habría de volver al modo dinámico.
El asunto non se resuelve si configuramos un HDMI de entrada como PC, como tengo entendido parece resolver el asunto en otros televisores. Sin importar el tipo de entrada, y aún con el "modo inteligente" apagado, me ha costado trabajo y varias interrupciones mantener a raya a Tizen y sus "sugerencias".
Hablando de los modos de imagen, hay que ser claros en que el reescalado no aplica para conexión PC y para algunas modalidades de juego. Una de estas es la conjugación entre modo juego y modo de imagen dinámico, en cuyo caso de activarse ambas de forma simultánea por alguna razón el reescalado deja de funcionar, lo que produce inmediatamente bordes mucho más gruesos y pérdida de nitidez.
Si el propósito de jugar en una 8K es aprovechar el reescalado, entonces habrá que mantener a raya las sugerencias de Tizen para activar el modo dinámico de imagen.
Si se ha hecho con éxito, entonces lo que sigue es jugar con todo el poder de imagen de 8K, aunque sí con un lag de entrada apenas perceptible. Los fanáticos de los shooters puede que no vean compensadas sus altas expectativas de hacer headshots con total precisión en 8K.
Aunque es fácil de suponer puesto que hemos dicho como el reescalado no termina de arrojar los mismos resultados si el material de origen es de distintas resoluciones, el proceso de extrapolar a 8K no funciona por igual con todos los títulos. De hecho, los resultados más ineficientes con pérdida de definición ha sido con juegos de Nintendo Switch, en donde los detalles del fondo de Mario Odyssey seguramente pondrían a dudar a más de uno sobre si hizo la inversión correcta con la Q900R. Pero al final, si uno es más de ecosistema de Microsoft o de Sony, por lo que hemos visto tendrá menos problemas.
Regresando al apartado de multimedia, es curioso como en un televisor cuyo estandarte es la reproducción de color, contraste y brillo más preciso, el Auto Motion Plus, es una función que, de forma automática, se enciende a la menor provocación, incluso aunque estemos viendo un contenido en 24 cuadros por segundo.
La solución, he descubierto tras varios intentos, es configurar de forma manual el efecto en sus niveles más bajos, de forma que para cuando Tizen lo active, sus efectos no se traduzcan en movimientos de cámara fluidos donde el autor de contenidos no los quiso.
Y finalmente el sonido. 4.2 canales para un sistema que no será suficiente para los más exigentes, aunque me cuesta trabajo creer que quien está dispuesto a desembolsar más de 100 mil pesos por 8K no esté dentro de esta categoría. Autosuficiente la mayoría de las ocasiones, carece sobre todo de bajos, en un nada desconocido problema de la mayoría de las pantallas y que justifica la socorrida venta de bocinas y sistemas de audio para cine en casa. Un detalle importante es que no se cuenta con soporte para Dolby Atmos, de manera que los asiduos del sonido envolvente tendrán aquí otro motivo para recurrir a la ayuda de un tercero para tener el audio más óptimo.
Antes de finalizar, no hay que olvidar que Samsung se convirtió en el primer fabricante con disponibilidad de Apple TV y AirPlay, de manera que quienes tengan sistemas de Apple se verán favorecidos. El ajuste aplica para todos los modelos de 2019 y algunos de 2018, y en efecto comprobamos que la app de Apple TV ya se encuentra en la Q900R.
La opinión de Xataka México
El precio restrictivo del 8K es el principal obstáculo para acceder a él, pero ahora puedo asegurarle a esa constante y molesta vocecilla que cuestionó todo este tiempo si el salto del 4K al 8K es lo suficientemente práctico para ser apreciado tanto por consumidores expertos como los que no, que el salto no solo tiene sentido, es inevitable, y mi argumento principal es la decepción con la que voltee a ver, tras terminar pruebas, a mi televisor 4K.
En lo que el 5G encuentra la forma de abrirse paso (especialmente en México) el negocio de los televisores 8K no parte de la existencia de contenido nativo, en realidad está en la promesa de mejores algoritmos de reescalado, y eso tanto Samsung como el resto de fabricantes lo saben. Lo maravilloso al respecto es que, si bien las tecnologías de los primeros televisores de 8K son impresionantes, aún hay un rango importante de mejora para los próximos años, mientras terminamos de afinar nuestras vías de streaming.
El 8K podría no ser lo de hoy, pero su tiempo eventualmente llegará.
La Q900R está disponible en Méxicon desde abril, en tamaños de 55, 65, 75 y 82 pulgadas. Se puede conseguir solo en tiendas seleccionadas de Monterrey, Puebla, Guadalajara, Querétaro y Ciudad de México, en precios que inicial en los 74,999 pesos hasta los 259,999 pesos.
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