El lugar: un predio a espaldas de la Catedral Metropolitana, el hallazgo: los restos del principal templo de Ehécatl (dios del viento) y una esquina del Juego de Pelota de Tenochtitlán, el que dio la voz: Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia de la República, junto con María Cristina García Cepeda (secretaria de Cultura), Diego Prieto (director general del INAH), Eduardo Matos (arqueólogo) y Raúl Barrera (coordinador del Programa de Arqueología Urbana).
En definitiva estos hallazgos enriquecen nuestro patrimonio histórico como mexicanos, y desde la federación se hacen programas para resguardar y difundir más de 20 mil monumentos y más de 40 mil sitios arqueológicos que conforman nuestra riqueza cultural.
El Centro Histórico de la Ciudad de México ha sido cuna de grandes hallazgos, empezando con Coyolxauhqui hace casi 40 años, lo que ha permitido atisbar la riqueza de la antigua ciudad de Tenochtitlan, si no fuera por los investigadores y arqueólogos y su dedicación a salvar y difundir nuestro patrimonio histórico, poco podríamos conocer de los primeros habitantes de este país.
Es de reconocer que el hallazgo del Templo de Ehécatl y del Juego de Pelota es fruto de una investigación de más de 25 años llamado Programa de Arqueología Urbana, cuyo principal objetivo es recuperar los vestigios del Recinto Ceremonial de México - Tenochtitlan que se encuentran bajo el subsuelo del Centro Histórico. En palabras del antropólogo Diego Prieto:
“El tiempo, los recursos y conocimientos que requiere el trabajo arqueológico son factores que sólo una institución como el INAH ha podido resolver, en condiciones no siempre óptimas”. El contexto actual —abundó su titular— “exige fortalecer el trabajo al interior, pero también a ampliar relaciones con otras instituciones, grupos de la sociedad civil y particulares”.
Por su parte, Eduardo Matos se dio a la tarea de explicar la magnitud de este hallazgo al señalar que Ehécatl era el dios del viento que traía la lluvia con sus vientos buenos, y su templo se encontraba frente al de Tláloc, que era el dios de las lluvias y habitaba en el Templo Mayor a lado de Huitzilopochtli el dios de la guerra. Esto nos permite tener una visión más amplia de la cultura mexica.
La principal estructura localizada es rectangular con una base de 34 por 36 metros y en la parte de atrás se localizan dos cuerpos circulares uno de ellos de 18 metros de diámetro separado del otro por un pasillo de 1.10 metros. Otra de las plataformas tiene 9 metros de ancho y limita con el Juego de Pelota en su parte poniente. Justo aquí se detectaron los restos de una escalera que sirviera a los combatientes para ingresar en la cancha.
Justo debajo de otra escalera que se encontró al norte del Juego de Pelota es donde se halló una ofrenda ritual (la única del sitio hasta ahora), formada por vértebras cervicales de unas 30 personas que iban desde recién nacidos hasta jóvenes.
En la parte arquitectónica se halló evidencia de tres etapas constructivas, ya que los edificios se utilizaron desde 1481 en tiempos de Tizoc, y siguieron en uso bajo el gobierno de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin y hasta que llegaron los españoles que al conquistar destruyeron los edificios de la Gran Tenochtitlán para construir lo que hoy conocemos como el centro histórico de la ciudad.
Sin duda un hallazgo que pone de manifiesto la riqueza del patrimonio arqueológico y antropológico que se esconde bajo tierra en las calles del centro histórico de la CDMX. y que como mexicanos debemos conocer y preservar.
Más información | INAH
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