No siempre resulta sencillo relacionarse con personas desconocidas. En muchas ocasiones, dependemos únicamente del contexto del otro, como su ropa, su forma de hablar y expresarse, para determinar si podemos confiar en ellas. Precisamente, un nuevo estudio busca demostrar que es posible identificar a una persona manipuladora a partir de un solo elemento: su postura.
La investigación, liderada por Soren Wanio-Theberge y Jorge Armony, de la Universidad McGill, postula que existen conexiones directas entre el lenguaje corporal y las emociones. Según los autores, la postura puede revelar rasgos de personalidad, incluyendo señales de manipulación o incluso características psicopáticas.
De acuerdo con sus hallazgos, ciertas posturas están asociadas a emociones o comportamientos específicos. Por ejemplo, levantar los puños refleja ira, mover el torso hacia atrás indica miedo, y curvar la parte baja de la espalda, conocida como postura "lordótica", se relaciona con la receptividad sexual en hembras mamíferas. Asimismo, arquear la espalda puede servir para definir el rol de una persona.
En el caso de individuos manipuladores, es común observar una postura abierta, erguida y expansiva. En contraste, quienes están más dispuestos a ceder suelen encorvarse ligeramente y adoptar una postura cerrada.
Los descubrimientos previos
Este estudio no es pionero en su campo. Los investigadores de la Universidad McGill analizaron trabajos previos sobre la relación entre personalidad y postura. En cuatro de estos estudios, los participantes posaron de pie en una postura natural para ser fotografiados, mientras que en otro acudieron a un laboratorio, donde se realizaron mediciones fisiológicas. En total, participaron 608 adultos jóvenes.
Los resultados revelaron que las personas con posturas más erguidas obtenían puntuaciones más altas en rasgos de personalidad vinculados con tendencias psicopáticas. Además, se observó que estas características posturales se mantenían estables con el tiempo.
En uno de los experimentos, los participantes modificaban su postura según las instrucciones recibidas. Al ser indicados a adoptar una actitud dominante, permanecían erguidos, con las caderas hacia adelante y el torso hacia atrás. Por el contrario, al actuar de forma sumisa, se inclinaban hacia adelante y encorvaban su cuerpo.
Otro hallazgo clave fue que ciertos rasgos, como la psicopatía, la manipulación, la competitividad y la creencia en jerarquías sociales, podían identificarse a través de la postura. Esto permitió a los investigadores concluir que algunos "atributos indeseables", como la intimidación, están relacionados con la búsqueda de acceso a recursos del entorno a expensas de los demás.
Según los autores, las personas con tendencias dominantes consideran intolerable ocupar posiciones subordinadas en una jerarquía. Esto genera ciclos de retroalimentación que refuerzan su inclinación a mantenerse erguidas y derechas, incluso a costa de esfuerzo adicional, para proyectar superioridad y consolidar su comportamiento.
Más factores a considerar
Sin embargo, estas conclusiones no aplican en todos los casos. Por ejemplo, quienes poseen posturas erguidas debido a prácticas deportivas pueden variar su posición con mayor naturalidad. Los participantes con puntuaciones bajas en los rasgos indeseables mostraron una gama más amplia de posturas, sin necesidad de aparentar fortaleza o rudeza constantemente.
Aunque estos resultados parecen ofrecer una regla aplicable en diversas situaciones, los investigadores advierten sobre ciertas limitaciones del estudio. La muestra estuvo compuesta principalmente por estudiantes universitarios y fue de naturaleza correlacional, lo que deja abierta la posibilidad de otras influencias entre la postura y la psicopatía, como factores culturales.
Asimismo, al centrarse en personas jóvenes, no se consideraron aspectos relacionados con el envejecimiento, como la pérdida natural de masa corporal. Este proceso podría dificultar que las personas mayores utilicen su cuerpo para dominar a quienes perciben como débiles.
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