Con la finalidad de detectar y prevenir sismos de magnitud significativa (mayor a 7 grados Richter), en las costas de Guerrero, se instalará una red sismogeodésica en tierra y mar por primera vez en nuestro país. Esto porque existe la Brecha de Guerrero, una zona que abarca de Acapulco a Papanoa donde en más de un siglo no se ha producido un sismo fuerte.
La UNAM e instituciones japonesas son las encargadas de llevar a cabo el proyecto "Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en la costa del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres". La red sismogeodésica permitirá generar modelos computacionales de terremotos y tsunamis para hacer un cálculo del peligro que representan.
Todos los datos colectados permitirán a través de mapas, evaluar el riesgo de los asentamientos en la costa, procurando con ello diseñar planes educativos y de toma de conciencia entre la población para que las medidas preventivas sean más efectivas. La colaboración entre ambos países comenzó hace un año, su objetivo es ciertamente ambicioso, pero teniendo en cuenta los riesgos que representan estos fenómenos naturales, lo mejor que podemos hacer es tener una cultura de prevención efectiva.
Hacia el mes de marzo del año 2021 concluirá este proyecto que ya ha dado sus primeros frutos, para empezar ya se cuenta con los instrumentos que serán instalados en el mar durante este año, y además se comienzan a implementar los métodos numéricos para hacer los modelos computacionales. En palabras de Vala Hjörleifsdóttir, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM:
Tenemos un fuerte intercambio con los japoneses y una parte del proyecto se refiere a la transferencia de tecnología, al aprendizaje de lo que ellos han hecho
Por su parte Víctor Manuel Cruz, también del IGf, destaca que la educación para la prevención de desastres también está avanzando, pues se ha hablado con autoridades de Zihuatanejo para que se efectúen simulacros, logrando con ello estar mejor preparados para el momento en que en realidad ocurran estos desastres.
Si bien es cierto que desde 1911 no se ha producido un sismo importante en esta Brecha de Guerrero, si se llegar a generar otro con la misma magnitud del que tuvimos en 1985, las consecuencias en la Ciudad de México podrían ser no solo más devastadoras, sino de dos a tres veces más intensas.
Por si fuera poco, de Acapulco hacia el sur hay otro lugar donde no se ha producido sismo importante desde hace seis décadas, pero ahí tuvo su epicentro el temblor que en 1957 bajara de su pedestal al Ángel de la Independencia, es por eso que precisa ser vigilada, ya que comienza a perfilarse como una zona peligrosa.
En la era de la información en que vivimos, esta red sismogeodésica permitirá obtener información de alta calidad y precisión que será una fuente para perfeccionar el Atlas Nacional de Riesgos por Fenómenos Naturales, mismo que se convertirá en una herramienta vital para las autoridades de Protección Civil. A ese respecto Víctor Manuel Cruz comentó:
Este esfuerzo sentará bases sólidas para pensar en un sistema de observación en tiempo real, como se hace en Japón, para monitorear la deformación del fondo oceánico, de modo que si ocurre un sismo que produzca un tsunami podamos alertar a la población
Con respecto a la red sismogeodésica, estará formada por 80 instrumentos todos ellos distintos que medirán diferentes parámetros para tener una perspectiva más amplia de los distintos procesos tectónicos que son el origen de terremotos y maremotos. Ya existen varios de esos instrumentos en tierra y forman parte del Servicio Sismológico Nacional, así que la vasta red contará con sismómetros, estaciones GPS de alta precisión, sensores de presión hidrostática y dos estaciones GPS acústicas.
A finales del próximo año se tendrán suficientes lecturas para empezar a recabar información útil, y si bien es cierto que los temblores no pueden predecirse, sí será posible entender qué fenómenos son previos a ellos, además de que por supuesto, la población de la costa del Pacífico habrá de estar siempre alerta.
Entre las instituciones de ambos países que están involucradas en el proyecto tenemos además del IGf, los Institutos de Ingeniería y Geografía, la Facultad de Ingeniería y los centros de Ciencias de la Atmósfera y Geociencias de la UNAM, también la universidad de Tokio, Kobe, Kansai y la Japan Agency for Marine-Earth Science and Tehcnology y otras más.
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