Ying Zheng, mejor conocido como Qin Shi Huang o el primer emperador de China, nació en 259 a.C. y fue el fundador de la dinastía Qin. Fue el responsable de la unificación de su país y tras su muerte en el 210 a.C. ya tenía construida su majestuosa tumba, acompañada por un famoso grupo de soldados: los "Guerreros de terracota".
Sin embargo, pese a que la tumba del emperador no es más que un complejo apartado del siglo III a.e.c, los arqueólogos aún no han logrado abrir el mausoleo de Shi Huang. Hay diversas razones, que se alejan de las maldiciones presentadas en películas, pero que son igual de complicadas de resolver.
Qin Shi Huang y los Guerreros de terracota
Antes que anda, un poco de contexto sobre Qin Shi Huang. Este hombre fue el primer emperador de China, famoso por sus reformas políticas y administrativas. Estandarizó la escritura, moneda y medidas dentro de su país, y también supervisó la construcción de la Gran Muralla China. Pese a todos, su gobierno también fue marcado por la represión y censura contra quienes cuestionaban su mandato.
La tumba de Shi Huag está ubicada a kilómetro y medio de los famosos "Guerreros de terracota". Las estimaciones sugieren que hay unos 8,000 guerreros dentro del mausoleo, hasta ahora se ha logrado desenterrar un total de 2,000, las más recientes durante 2022. No parece que todas las estatuas de este lugar sean de soldados, pues se han encontrado variantes que recuerdan a funcionarios, músicos y acróbatas.
Esta enorme tumba llena de arte y elementos decorativos funerarios, se encuentra ubicada en la provincia de Shaanxi, en China central. Desde el año 1987 que todo este conjunto arqueológico entró a la lista de Patrimonio de la Humanidad, catalogado por la UNESCO.
Aunque conocemos bastante bien todo el lugar, hay una sección que se resiste a los curiosos ojos de arqueólogos e investigadores, la tumba del emperador, que tras más de 20 siglos sigue intacta. No hay historiador o antropólogo que niegue la importancia cultural e histórica de este lugar, pero hasta ahora nadie se ha atrevido a abrir. Los motivo son importantes y hay unos más curiosos que otros.
Trampas y mercurio
El primero de ellos, y que nos hará recordar a las películas de 'La Momia' o 'Indiana Jones', son las trampas que hay dentro del lugar. No se sabe con certeza si los escritos e informes de la época que detallan la existencia de trampas sean ciertos o son solo un mecanismo propagandístico para persuadir a posibles saqueadores, pero aún con ello es un tema a considerar. Además, tampoco es seguro que trampas de más de 2,200 años de antigüedad sigan siendo funcionales, pero no es el plan entrar sin preocupaciones.
Hay otro importante motivo, más relevante que el de las posibles trampas y se trata del mercurio, ríos de mercurio. Aunque no de manera literal, el mausoleo de Qin Shi Huang fue adornado con pintura a base de mercurio para representar agua, algo así como cuando en las maquetas se utiliza aluminio para representar este líquido.
La presencia de este líquido metálico es de principal interés debido a sus implicaciones a la salud. La exposición a este elemento puede ocurrir a través de inhalación de vapores de mercurio, ingesta alimenticia o con el contacto directo con partículas. Sus efectos en el cuerpo humano van desde daño neurológico hasta ataques al sistema cardiovascular, sin olvidar problemas renales y gastrointestinales.
Una investigación publicada en la revista Nature durante 2020, expuesta por investigadores chinos, demuestra que hay trazas de mercurio en el entorno de este mausoleo. Las cantidades son mucho más grandes de lo que se podría esperar en un lugar como aquel, por lo que no es la mejor idea adentrarse sin protección. De hecho, se piensa que el mercurio pudo ser el motivo por el cual murió Qin Shi Huang.
Falta de tecnología
Sin embargo, el principal motivo por el cual los arqueólogos aún no se han aventurado a abrir la tumba del emperador es que no contamos con la tecnología necesaria para abrirla sin causar estragos. En declaraciones para LiveScience, la arqueóloga Kristin Romey comenta este problema, pues se teme que destruyamos información u objetos con valor histórico, tal como sucedió con las excavaciones en Egipto.
"Cuando entramos en la tumba del rey Tut, piensa en toda la información que perdimos solo basándonos en las técnicas de excavación de los años 30. Hay tanto más que podríamos haber aprendido, pero las técnicas de aquel entonces no eran las que tenemos ahora".
El temor no es despertar alguna entidad poderosa que busque venganza por interrumpir su letargo, sino perder algún elemento histórico importante. Actualmente es prácticamente imposible entrar sin causar algún daño, pues incluso la sola exposición al aire o la humedad externa podría afectar lo que se encuentre dentro acompañando a Qin Shi Huang.
Al final, la decisión de cuándo comenzar operaciones para abrir la tumba recae sobre el gobierno chino y ellos no parecen tener intenciones de hacerlo pronto. Es un lugar sumamente valioso no solo para la cultura de China, sino para la del mundo en general.
De momento, nuestra mejor apuesta es crear métodos de excavación menos invasivos para lograr abrir el lugar. Hay técnicas como la de "cañones de muones" utilizados para visualizar lo que hay dentro de algún lugar encerrado, utilizada por científicos mexicanos para investigar dentro de las pirámides de nuestro país. Pero por ahora habrá que esperar a que algún plan sea formalizado antes de esperar que se abra la tumba del primer emperador de China.
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