El día de ayer se anunciaba el hallazgo de varias calaveras en la calle Guatemala del Centro Histórico de la Ciudad de México, y no, no eran calaveras de azúcar, ni calaveras de Posada, sino cráneos de los decapitados en algunas ceremonias rituales.
Si nos remontamos a la historia y la combinamos con la arqueología, tenemos a Eduardo Matos Moctezuma quien declaró a La Jornada que los tzompantli eran:
Basamentos muy bajos alargados y que en su parte superior tenían clavados una serie de postes de madera con travesaños, en los cuales se colocaban los cráneos de los decapitados en determinadas ceremonias
A dos metros de profundidad se encontró una plataforma de 45 cm de altura, hecha de tezontle y estuco, que podría medir más de 34 metros de largo por más de 12 metros de ancho. Raúl Barrera, supervisor del programa de Arqueología Urbana comentó que en la primera mitad de este año, se encontró un elemento circular formado por cráneos, dispuestos de forma que no se habían hallado asociadas a Tenochtitlán.
Es posible datar esta edificación entre 1486 y 1502, haciéndola contemporánea del Templo Mayor, Pedro Francisco Sánchez Nava declaró que la finalidad de estas excavaciones es rescatar estos espacios y ponerlos a disposición del público para que puedan conocer y apreciar más la historia que se esconde en las entrañas de la Ciudad de México.
Mucho queda por descubrir en la ciudad de los Palacios, ojalá que podamos ser testigos de más hallazgos que nos permitan conocer un poco más de aquella antigua Tenochtitlán y de lo que nuestros antepasados hacían en su día a día.
