Llegó la ola de calor y las presas del Cutzamala nunca dejaron de estar en niveles críticos, no importando cuántos sobrevuelos se hicieron con el propósito de dispersar químicos que ayudarían a que lloviese sobre las presas que componen al Sistema Cutzamala. Los resultados no han convencido la visión que respalda que teóricamente la siembra de nubes es posible, así que ahora la Secretaría de Agricultura ha anunciado que el programa se fortalecerá en regiones del noreste y norte del país.
A pregunta expresa de la prensa el 21 de junio pasado, el jefe de gobierno de CDMX, Martí Batres, declinó de hacer comentario sobre por qué las presas del sistema Cutzamala seguían en niveles críticos pese al bombardeo de nubes. "Sería conveniente hacer la pregunta a la Comisión Nacional del Agua", dijo.
Uno de los grandes problemas con la siembra de nubes es que es imposible replicar las condiciones exactas de cuando se usa y, por lo tanto, su efecto es casi imposible de medir. ¿Habría llovido de no bombardear nubes? ¿Habría llovido menos? ¿O simplemente no habría hecho diferencia? Los pronósticos de lluvias nunca tienen el 100% de confiabilidad porque en las precipitaciones intervienen muchísimas variables de forma simultánea.
Resultados sin duda
Científicos y la propia Organización Meteorológica Mundial (OMM) han recomendado que la siembra de nubes se haga con extremo cuidado y siempre con reservas de su eficacia. En contrasentido, la Secretaría de Agricultura históricamente ha presumido con bombo y platillo los resultados de la siembra de nubes. En marzo de 2023 la secretaría dijo que el programa de Estimulación de Lluvias incrementó las lluvias en un 45% en el norte del país.
En la nueva siembra de nubes municipios de casi todos los estados del norte serán impactados. El programa llegará a 10 polígonos en regiones de Sonora, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila y Tamaulipas. En esos lugares la sustancia que se distribuirá es yoduro de plata enfriada en acetona que, en estricta teoría, genera núcleos alrededor de los cuales las micro partículas de agua se arremolinan y, producto de su cada vez mayor peso, caen en forma de agua.
El proyecto proviene del agrónomo Manuel Menéndez Osorio quien desarrolló la técnica hace 40 años. México comenzó a hacer uso abierto de la técnica para 2020. Mientras tanto, la Organización Meteorológica Mundial ha aconsejado que países del planeta procedan con precaución dado que no hay consenso científico sobre su funcionamiento.
"Es importante recordar que la atmósfera no tiene barreras" ha dicho Andra Glossman, miembro del equipo de expertos de la OMM. "Lo que aportes puede no tener el efecto deseado en tus inmediaciones, pero al ser transportado podría tener efectos no deseados en otro lugar".
No todos los especialistas coinciden. Los que se han mostrado a favor de la técnica coinciden en que la siembra de nubes, además de aplicarse con extremo cuidado y monitoreo de resultados, debe ser parte de una serie de medidas más amplias. "No creo que la siembra de nubes resuelva el problema, pero puede ayudar", dijo a The Guardian Katja Friedrich, investigadora de la universidad de Colorado. "Debe ser parte de un plan de agua más amplio que implique conservar el agua de manera eficiente, no podemos centrarnos solo en una cosa".