El aire acondicionado es uno de los elementos más utilizados en las sociedades modernas. Si bien hacen la vida más cómoda, también representan una mayor demanda de energía debido al cambio climático y al aumento de las temperaturas, lo que plantea nuevos desafíos ambientales clave.
Sin embargo, este invento tiene un origen bastante curioso, pues no surgió con la intención de que las personas lo utilizaran, sino que su nacimiento se debe a una impresora y a la humedad.
El concepto de enfriar el aire no es nuevo. En la antigüedad, los egipcios ya experimentaban con él, donde colgaban juncos empapados de agua en las ventanas, mientras que los persas diseñaron chimeneas que atrapaban el ambiente fresco.
Para conocer el primer aire acondicionado, debemos remontarnos a Nueva York en 1902, donde había un edificio en Brooklyn que sigue en pie. Allí se encontraba la imprenta Sackett-Wilhelms Lithographic and Publishing Company.
Luego de dos veranos de calor extremo que representaron un riesgo para el negocio, uno de sus clientes, la revista de humor ilustrada Judge, se quejó amargamente porque el papel que usaba la compañía para imprimir absorbía tanta humedad del aire que se expandía.
Esto afectaba los colores utilizados en el proceso de impresión, que no se alineaban correctamente. Además, la tinta en sus páginas no se secaba, lo que impedía cumplir con los plazos de entrega.
Un sistema para secar el aire
Al rescate llegó Willis Haviland Carrier, un ingeniero de 25 años recién graduado, quien llevaba un tiempo pensando en cómo deshacerse de la humedad como fórmula para enfriar el aire. Su clave estuvo en secar el aire con niebla artificial. Intentó inicialmente forzar aire a través de tuberías llenas de agua fría de un pozo entre dos edificios, en una solución que incluía ventiladores, conductos, calentadores y hasta tuberías perforadas.
Aire acondicionado de Carrier
Carrier creó una de estas máquinas en Buffalo, un sistema de enfriamiento primitivo con el que podía reducir la humedad alrededor de la impresora con un ventilador industrial. Este ventilador soplaba aire sobre serpentines, unos tubos en forma de espiral que estaban llenos de agua fría, donde el exceso de humedad terminaba condensándose en las bobinas, con lo que producía aire frío.
En enero de 1906, consiguió la patente de "un aparato para tratar el aire", que en 1913 resultó en el humidificador de aire Carrier, diseñado para humidificar el aire en una sola habitación. Esta fue la primera unidad autónoma con ventilador, motor, eliminador y atomizadores, todo combinado en un único producto.
Aire acondicionado de Carrier
Después, en 1915, fundó junto a otros siete colegas la Carrier Engineering Corporation, que tras numerosas fusiones y adquisiciones terminó como filial de United Technologies Corporation en 1980. Actualmente, es líder en la refrigeración y climatización comercial y residencial.
Las primeras implementaciones
La máquina original del ingeniero cumplía con cuatro tareas básicas: controlar la temperatura, la humedad, la circulación del aire y la ventilación, además de limpiar el aire.
En 1922, la compañía produjo el compresor de refrigeración centrífugo, más seguro, pequeño, rápido y potente que el modelo anterior.
En el Museo Nacional de Historia Estadounidense del Smithsonian se puede ver uno de estos primeros compresores de refrigeración centrífugos prácticos de ese año, que fueron instalados en edificios como el de la Bolsa de Valores de Nueva York, convirtiéndose en el primero en tener aire acondicionado para la comodidad de las personas.
Aunque en el sector industrial el aire acondicionado tuvo un gran éxito, en el ámbito individual fue una historia diferente. No obstante, algunas implementaciones ayudaron a su adopción. Por ejemplo, los cines comenzaron a contar con salas con aire frío, y a mediados del siglo XX, tener aire acondicionado se convirtió en un símbolo de prosperidad.
Los esfuerzos del pasado
El concepto de aire frío existía antes de que el aire acondicionado fuera lo que es hoy. En 1748, el profesor William Cullen de la Universidad de Glasgow evaporaba líquidos al vacío, mientras que John Gorrie, un médico de Florida, utilizaba una pequeña máquina de vapor para enfriar el aire para sus pacientes.
Sin embargo, el invento de Gorrie nunca se popularizó, principalmente debido a la presión de los fabricantes de hielo que enviaban hielo al sur y se oponían al médico, por lo que ganaban así escépticos que dudaban de que el aire enfriado artificialmente fuera más efectivo que el hielo.
Por ahora, el aire acondicionado sigue como uno de los elementos más utilizados, con un uso bastante extendido y su respectivo consumo de electricidad. Mientras tanto, las investigaciones para mejorarlo y hacerlo más eficiente continúan.
Existen inventos que consumen hasta cinco veces menos electricidad y otros más económicos, todos desarrollados en un entorno donde, de manera irónica, el planeta no disminuye su temperatura, sino que sigue en aumento debido al calentamiento global.
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