La contaminación atmosférica es un tema que preocupa al gobierno y a los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México desde hace más de tres décadas. Para hacerle frente al creciente problema, se han implementado diferentes medidas que parecen nunca ser suficientes.
Entre ellas encontramos la reformulación de las gasolinas, la verificación obligatoria, el programa Hoy No Circula, la reubicación de industrias, campañas de educación vial, programas de restauración y conservación de áreas verdes y cambios a la normatividad, entre otros.
La Secretaría del Medio Ambiente divide en cuatro categorías principales las fuentes contaminantes: las puntuales, las de área, las móviles y las naturales. Las fuentes puntuales incluyen a las industrias, los comercios y los servicios regulados; las fuentes de área están conformadas por instalaciones pequeñas y numerosas pero cuyas emisiones en conjunto son considerables, como por ejemplo, las domésticas, las de combustibles, solventes y residuos agrícolas y ganaderos. Las fuentes móviles no son otra cosa que cualquier transporte automotor que circula por las vialidades, mientras que las emisiones de fuentes naturales son las producidas por los procesos propios de la vegetación y de los suelos.
Como bien sabemos, los esfuerzos para reducir la contaminación ambiental están enfocados principalmente en las fuentes móviles por dos motivos: son causantes del 60% del consumo energético de la Ciudad de México y son los que generan el 78% de partículas de óxido de nitrógeno, contaminante que junto con los compuestos orgánicos volátiles son los precursores de la formación de ozono.
Las estadísticas más recientes publicadas por el INEGI muestran que en la Ciudad México existen 4.7 millones de vehículos registrados en circulación y para la Zona Metropolitana la SEDEMA estima 5.3 millones, de los cuales el 80% son para uso particular, 7% corresponden al transporte público y 13% al transporte de carga. Además se afirma, que los automóviles particulares representan únicamente una tercera parte del total de los viajes realizados por los habitantes diariamente, mientras que al transporte público le corresponden las dos terceras partes restantes.
Por otro lado, en el Inventario de Emisiones de Contaminantes Criterio de la ZMVM, se reconoce que el transporte de carga (del que se tienen registrados más de 700,000 unidades) es fundamental para la economía del país pero es altamente contaminante, pues ocasiona problemas de circulación vial, aumento de ruido y de emisiones de carbono negro y partículas finas.
La principal medida implementada por el gobierno en el afán de reducir las contaminación del aire, es el programa Hoy No Circula, que desde 1989 se ha aplicado en la Ciudad de México y que consiste en impedir la circulación del 20% de los vehículos en determinados días de acuerdo al color de su engomado, un programa que con el paso de los años se ha ampliado y endurecido, pero del que se pone en duda su efectividad.
En entrevista para Xataka México, el Dr. Héctor Riveros Rotgé, investigador del Instituto de Física de la UNAM, nos señala una importante falla en la implementación del programa Hoy No Circula así como de las medidas de contingencia ambiental que hemos vivido en los últimos días: las miles de personas cuyo vehículo queda fuera de circulación encuentran como forma de traslado el uso del transporte público, principalmente el de taxis y microbuses, mismos que al ser de uso intensivo y no estar correctamente regulados, generan más contaminación.
Destaca además, que ante dicha situación, se incrementa la circulación de vehículos de trasporte público con motores de diésel, los que se sabe emiten más partículas de óxido de nitrógeno en comparación con los motores de gasolina, contaminante que es considerado el más perjudicial para el ser humano y que como hemos mencionado antes, es el principal precursor de la formación de ozono. De allí, que en la siguiente gráfica de índices de ozono, no se aprecie un descenso importante del 15 al 23 de mayo, a pesar de que en dichos días fue activada la Fase 1 del Programa de Contingencias Ambientales Atmosféricas.
El Dr. Riveros nos hace también hincapié en la importancia de que sea verificada la calidad de los combustibles que se venden en el país, en particular a lo referente a su contenido de azufre, del que actualmente la Norma Oficial Mexicana establece para la gasolina un promedio de 30 ppm y un máximo de 80 ppm.
La reforma que dicta estos valores entró en vigor en octubre de 2008, reduciendo los niveles permitidos de azufre, que anteriormente tenían un promedio de 300ppm. Dicha disminución de los niveles permitidos debía verse reflejada en un decremento de entre un 30 y 60% de la presencia de azufre y de monóxido de carbono en el aire, pero en cambio, las estadísticas de enero de 2007 a enero de 2016 cuya gráfica mostramos a continuación, indican valores estacionarios de ambos contaminantes, lo que pone en tela de juicio el que PEMEX esté cumpliendo con la norma.
Por último, el Dr. Riveros nos recuerda que en lo referente a transporte público, es mejor el uso de las redes de Metro y Metrobús que usar taxis y microbuses, por lo que considera es necesario incentivar el uso y expansión de ambos sistemas de transporte, garantizando que tengan una frecuencia adecuada a las necesidades de los usuarios.
Imágenes | SIMAT, Dirección de Monitoreo Atmosférico , Dr. Héctor Riveros
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