Procrastinar es algo mucho más común de lo que se cree. De hecho, un estudio reciente señala que dos de cada 10 mexicanos tienden a postergar tareas importantes. El problema con este comportamiento es que tarde o temprano llega el momento de enfrentar aquello que antes se evitaba, solo para descubrir que se ha convertido en un desafío mucho más grande del que era inicialmente.
Se suele pensar que la única razón detrás de la procrastinación es simplemente pereza. Sin embargo, existen varios motivos que impiden que una persona encuentre la motivación para llevar a cabo una tarea. Algunos expertos afirman que detrás de este hábito, que puede afectar seriamente nuestra productividad, existen factores emocionales como la ansiedad.
Cuando la ansiedad te frena antes de empezar
En un artículo publicado en FastCompany, Elizabeth Grace Saunders, escritora especializada en gestión del tiempo, menciona que es importante identificar las emociones que impiden comenzar con alguna actividad. De acuerdo con la autora, reconocer dichas emociones puede ayudar a afrontar dicha tarea antes de que sea demasiado tarde.
Una de las principales causas de procrastinación es la ansiedad. Cuando un proyecto parece tan complicado o tedioso que el simple hecho de pensar en este genera tanta inseguridad que, de forma subconsciente, el cerebro se bloquea para evitar hacerlo. Sin embargo, esto solo genera más estrés y ansiedad a medida que se acerca la fecha límite.
Para romper con este ciclo de sentir más presión a medida que el tiempo pasa, lo que refuerza el bloqueo, Saunders propone que la persona se convierta en su propio asistente. Eso significa dedicar unos minutos al día para preparar materiales, revisar datos u organizar todo lo necesario para realizar la tarea que genera tanta resistencia. De acuerdo con la autora, esto puede ayudar a reducir la barrera emocional y facilitar el arranque.
Puede que el proyecto genere tanto miedo porque nunca antes se había hecho o porque se hizo una vez en el pasado, pero los resultados no fueron los esperados. En esos casos, dice la autora, es válido pedir consejo a alguien con más experiencia o incluso consultar herramientas como la IA para superar la barrera de entrada. También es preciso analizar en qué se falló la primera vez, para planear una estrategia que ayude a hacerlo mejor.

La rebeldía o el aburrimiento también pueden restar motivación
La procrastinación no siempre nace del miedo. También es una forma de rebelarse ante una tarea con la que el individuo no está de acuerdo o que no se considera útil y sin embargo se debe hacer. Para sortear este problema, Gretchen Rubin, autora de Las cuatro tendencias , recomienda vincular la tarea con tus propios valores.
El aburrimiento también puede llevar a postergar responsabilidades que se perciben como tediosas o poco relevantes. Según James Clear, autor de Hábitos atómicos, una estrategia para llevar a cabo una tarea que parece molesta es vincularla con una actividad más divertida, como acompañarla con música, un podcast o cualquier otro estímulo que la haga más llevadera.
La gamificación es otra opción interesante para encontrar motivación. Convertir una tarea en un pequeño reto, cronometrarse para ver cuánto demora cumplir con ciertas metas puede motivar a la persona a competir con ella misma para hacer frente al desafío. Así, en lugar de un "castigo", se convierte en una oportunidad para jugar y mejora.
Entrar y enviar un comentario