Al principio era bastante claro: Secretaría de Salud coincidió con la Organización Mundial de la Salud desde el inicio en que la población en general no debería usar cubrebocas. El uso de mascarillas, y en específico de las ahora famosas y socorridas N95 debería ser de uso exclusivo del personal médico. Lo segundo no ha cambiado, pero a recientes fechas cada vez más versiones se encuentran, en torno al uso o no de los simples cubrebocas.
China enarbola la bandera de cubrebocas obligatorios para la población, y aunque la tendencia en primera instancia se reservó para oriente, Estados Unidos se sumó recientemente. La instrucción desde la Casa Blanca fue clara: toda la población debería llevar cubrebocas en sitios públicos.
Los cubrebocas por sí solos no funcionan
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas) en un inicio desaconsejaron el uso generalizado de cubrebocas, pero después, el presidente de aquel país, Donald Trump, comunicó que su administración recomendaría a toda la población usar cubrebocas.
Los CDC explicaron que el cambio de política fue a consecuencia de estudiar la propagación y efectos del nuevo coronavirus. En su sitio explican que una cantidad "significativa de personas" no tiene síntomas incluso teniendo el virus, por lo que pueden transmitir el virus a otros. Estudios previos han sugerido la posibilidad, e incluso el propio subsecretario de prevención y promoción de la salud, Hugo López-Gatell, ha reconocido que la probabilidad de contagio por personas asintomáticas es baja. Lo que la evidencia que se tiene sí da por cierto, es que la mayoría de contagios provienen de personas con virus y sintomáticas.
Con un país con casos que han rebasado a los de China e Italia, Estados Unidos ha decidido adoptar el principio precautorio, y recomendar la adopción generalizada de cubrebocas. No se trata, explican los CDC, de que los cubrebocas protejan especialmente de contraer el virus, sino que disminuyen la posibilidad de que una persona asintómatica pero con el virus pueda esparcirlo a través de gotículas que se distribuyen al toser, estornudar o hablar.
El propio López-Gatell lo ha clarificado en conferencia: las vías de ingreso al virus no se limitan a la nariz y boca que cubren los cubrebocas, sino que pueden ingresar incluso por ojos. En cambio, el principal mecanismo de dispersión del virus en personas que lo tienen, sí son las fosas nasales y boca.
Los CDC incluso citan siete estudios, aunque ninguno de ellos ofrece conclusión determinante sobre el caso de cubrebocas, sino que más bien recopilan algunos casos de contagio de personas asintomáticas. La OMS sigue sin recomendar la adopción de los cubrebocas para uso general.
Los motivos son varios: el desabasto generalizado que puede provocar, el alza en precios, los beneficios no comprobados con evidencia científica contundente, y, el más importante, que colocar un cubrebocas sin la técnica adecuada puede potenciar el riesgo de contagio.
Aún con ello, China y Estados Unidos no son los únicos en apoyar los cubrebocas para uso generalizado, ahora la UNAM piensa lo mismo.
Una herramienta de doble filo
El 3 de abril el coordinador de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus, Samuel Ponce de León Rosales, hizo un llamado a utilizar el cubrebocas con las "precauciones debidas, sin descuidar la higiene y la etiqueta respiratoria". Incluso descartó que se necesiten comprar cubrebocas y recomendó incluso fabricarlo en casa con distintos tipos de pañuelos.
La recomendación tuvo el matiz de que se emitió para todas las condiciones de aglomeración,como transporte público, metro, camiones, metrobús, mercados, filas y tiendas; pero no hubo sustento en ensayos
Con el cambio de postura de los CDC y el posicionamiento de la UNAM, ese mismo día López-Gatell dijo que los cubrebocas pueden ser una medida auxiliar, a pesar de que aún no se cuente con evidencia científica que sustente la medida. El problema, dijo, es que "dan una falsa sensación de seguridad" y que su uso sin protocolo puede convertirse en otra fuente de contagio.
Las mascarillas o cubrebocas dan una falsa sensación de seguridad. Hay otras formas de infectarse, por ejemplo, al tocarse la cara. El llamado es a no desperdiciar utilizándolas de forma innecesaria como mecanismo de protección que no tiene una fuerte evidencia científica. pic.twitter.com/uM0AH0V9Cp
— Hugo López-Gatell Ramírez (@HLGatell) April 4, 2020
La Organización Panamericana de la Salud lo confirma: no solo los cubrebocas deben estar recomendados para personas infectados (lo que coincide con la CDC) sino que incluso con su uso no se garantiza la detección de infecciones. Incluso, hay evidencia que muestra que personas pueden infectarse al tocar una mascarilla contaminada o al quitársela incorrectamente.
Los CDC coinciden, y están recomendando que los cubrebocas deben quitarse y ponerse de forma segura, lo que quiere decir no tocarse ojos, nariz ni boca al quitárselo; no tocar en ningún momento la parte interna de la tela; lavar inmediatamente manos al retirar; y en ningún caso colocar el cubrebocas en garganta o en la frente para descubrir temporalmente la boca y la nariz.
Las recomendaciones para que la ventaja improbable de los cubrebocas surta efecto son tantas, que México continúa apegado a la directriz oficial de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de Salud.
La popularidad creciente de la medida, explica López-Gatell, es que hay observaciones circunstanciales (y masivas) de países asiáticos en donde se usaron ampliamente mascarillas, y que actualmente presentan una curva epidemiológica a la baja. Establecer sin embargo relaciones de causalidad entre la medida y la circunstancia puede ser engañoso, pues carece de todo rigor metodológico, y le atribuye la baja de casos a una sola instrucción que además carece de evidencia científica que la sustente.
Precisamente a la popularidad creciente abona que ahora la OMS está contemplando apoyar el uso de cubrebocas, pero solo para lugares en donde son imposibles otras medidas con nivel de eficacia probado para evitar contagios, tales como la sana distancia o el acceso a agua y jabón para el lavado de manos. Es, en realidad, la instrucción menos recomendable de todas las que existen, pues su ventaja probada aún no existe, y sus desventajas son más que evidentes. De ninguna forma son una "solución milagro" ha dicho el director de la OMS, Tedros Adhanom.
"La OMS ha estado evaluando el uso de máscaras médicas y no médicas para la #COVID19 más ampliamente.
— OPS/OMS (@opsoms) April 6, 2020
Hoy, la OMS está emitiendo orientación y criterios para ayudar a los países a tomar esa decisión "-@DrTedros#coronavirus https://t.co/CHONzXehpl
"Por ejemplo, los países podrían considerar el uso de máscaras en comunidades donde otras medidas, como la limpieza de manos y el distanciamiento físico, son más difíciles de lograr debido a la falta de agua o condiciones de vida estrechas" -@DrTedros
— OPS/OMS (@opsoms) April 6, 2020
#COVID19 #coronavirus https://t.co/Cp2vk4UhyC
Todos los bandos coinciden: las N95 exclusivas para personal médicos
Ya sea en la postura del Gobierno de México, con la de la OMS, o la de China y ahora Estados Unidos, de todas formas las N95 siguen siendo solo recomendables para personal médico. La Organización Mundial de la Salud ha dicho abiertamente que teme de un posible desabasto, y, como se ha explicado antes, la mascarilla N95 es altamente eficiente como barrera física para impedir el paso del virus.
Desde luego, al igual que como pasa con los cubrebocas, su efectividad depende directamente de la correcta aplicación de protocolos de colocación y retiro.
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