El 23 de noviembre de 2024, la nave espacial rusa de reabastecimiento no tripulada Progress 90 se acopló al módulo Poisk de la Estación Espacial Internacional (ISS). Al abrir la escotilla, los cosmonautas rusos notaron dos situaciones inusuales: un olor inesperado proveniente de su interior y pequeñas gotas de un fluido no identificado.
Como medida preventiva, se cerraron las puertas del módulo ruso para evitar que el olor se propagara. Medios como Russian Space Web clasificaron el olor como "tóxico", mientras que el astronauta estadounidense Don Pettit lo describió como "similar al de pintura en aerosol".
La nave Progress 90, conocida por Roscosmos como MS-29, transportaba aproximadamente 2,500 kilogramos de carga, incluidos suministros, agua y combustible para la estación.
Luego de cerrar la escotilla que conectaba la nave con el módulo Poisk, los controladores activaron un sistema de filtración para eliminar cualquier contaminante. Según la NASA, a través de una publicación en X, los depuradores de aire y los sensores de contaminantes de la estación confirmaron que la calidad del aire dentro de la ISS se encontraba en niveles normales tras el proceso de limpieza.
La agencia espacial también informó que, al no existir preocupaciones inmediatas para la tripulación, el siguiente paso sería abrir nuevamente la escotilla que conecta el módulo Poisk con la cápsula Progress, mientras el resto de las operaciones de la estación continuaban según lo planeado.
Sin embargo, el comunicado no especifica qué eran las gotas ni cómo llegaron allí. Por su parte, Roscosmos tampoco ha proporcionado información al respecto a través de su canal oficial en Telegram.
Por el momento, la nave de carga Progress 90 permanecerá junto a la ISS durante aproximadamente seis meses antes de desacoplarse y desintegrarse en la atmósfera terrestre, llevándose consigo los desechos generados por los astronautas en órbita.
Un problema tras otro en el segmento ruso de la ISS
Este incidente es el más reciente en una serie de problemas relacionados con naves rusas en la estación. En diciembre de 2022, se reportó una fuga de refrigerante en la nave Soyuz MS-22 mientras estaba acoplada a la ISS. Un problema similar ocurrió en febrero de 2023 con la Progress MS-21. Además, en el módulo Nauka, añadido por Rusia en 2021, también se detectó una fuga en su radiador.
Para reemplazar la MS-22, Roscosmos envió una nave Soyuz sin tripulación a la ISS, lo que permitió sustituir el vehículo dañado. Esto evitó riesgos en el reingreso debido a posibles fallos en el sistema de enfriamiento, lo que extendió la estancia de dos cosmonautas y un astronauta de seis meses a un año.
Otro problema significativo ocurrió en 2019, cuando se detectó una fuga de aire en el vestíbulo que conecta un puerto de acoplamiento con el módulo ruso Zvezda, lanzado al espacio por Roscosmos en 2000.
Actualmente, la ISS enfrenta un nivel elevado de riesgo debido a que esta fuga de aire se ha duplicado, pasando de una libra por día a poco más de dos libras. Aunque se han considerado acciones como cerrar la escotilla correspondiente, lo que reduciría los puertos de atraque disponibles, las agencias espaciales han señalado que, por ahora, esto no representa un peligro inminente.
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