Gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un grupo de astrónomos ha logrado detectar evidencia de un "punto caliente" que está orbitando Sagitario A*, el agujero negro supermasivo que se encuentra en el centro de la Vía Láctea, mismo que fue captado a mediados de este año.
De acuerdo con Maciek Wielgus del Instituto Max Planck de Radioastronomía, quien dirigió el estudio publicado en Astronomy & Astrophysics, se tiene la creencia que se trata de una burbuja de gas caliente en una órbita de tamaño similar a la de Mercurio, pero completando un ciclo en apenas 70 minutos, es decir, aproximadamente 30% de la velocidad de la luz.
Analizando el agujero negro
Para realizar las observaciones, además de ALMA, se colaboró con el Event Horizon Telescope (EHT) y luego de obtener datos sobre Sagitario A*, se consiguieron nuevas pistas sobre la naturaleza del agujero negro en las mediciones.
Por ejemplo, algunas de estas observaciones se realizaron poco después de que se emitiera un estallido o destello de energía de rayos X desde el centro de la galaxia, detectado por el Telescopio Espacial Chandra de la NASA. Este tipo de destellos, captados con telescopios de rayos X o infrarrojo, se asocian normalmente a "puntos calientes", es decir burbujas de gas caliente que orbitan muy rápido y cerca del agujero.
De acuerdo con la coautora Monika Mościbrodzka de Universidad Radboud, durante mucho tiempo se consideró que estos puntos calientes arrojaban llamaradas, a partir de interacciones magnéticas con el gas que orbita muy cerca del agujero, algo que respaldan estos nuevos hallazgos, lo que permite construir una "interpretación teórica de los eventos".
Gracias al estudio de esta emisión captada, se puede revelar el campo magnético del agujero, además de aprender más sobre la formación del punto caliente y el entorno en el que se encuentra.
Además, las observaciones también permiten confirmar algunos descubrimientos anteriores hechos por el instrumento GRAVITY del Very Large Telescope (VLT) de ESO, que observa en infrarrojo, y que junto a los datos de ALMA, sugieren que la llamarada tiene origen en una acumulación de gas que se mueve a aproximadamente el 30% de la velocidad de la luz en el sentido de las agujas del reloj.
Ahora el equipo espera poder observar directamente los cúmulos de gas en órbita con el EHT para estudiar cada vez más cerca del agujero y aprender de él.