El superyate Alfa Nero, una joya de 62 millones de euros, es el protagonista de una trama que combina opulencia, poder y conflictos judiciales. Esta historia revela las dificultades de confiscar los bienes rusos en el contexto de la guerra en Ucrania. Este barco de lujo fue comprado inicialmente por el antiguo director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, por un precio de 62 millones de euros. Sin embargo, su cancelación de la compra provocó una serie de conflictos legales.
Gracias al trabajo de investigación de la BBC, este caso ha acaparado la atención pública. Revelaron una red legal británica que facilitaba a un oligarca ruso disputar la propiedad de estos activos.
Un auténtico drama jurídico en el océano
El escenario es Antigua, una pequeña isla en el Caribe, donde la hija del acaudalado ruso Andrey Guryev lleva a cabo un proceso legal. Su intención es recuperar el lujoso Alfa Nero, mismo que fue confiscado por el gobierno de la isla, que pretende venderlo y obtener beneficios.
La hija del Sr. Guryev, que dice ser la única heredera adulta del fideicomiso que posee el yate, es la clave de este caso. Su declaración cuestiona la del padre multimillonario sobre la propiedad del lujoso barco.
La BBC también investigó bienes de gran valor, unos 500 millones de libras, relacionados con el sancionado magnate. Muestra cómo las estructuras fiduciarias británicas le permitieron al Sr. Guryev negar que fuera dueño de estos bienes, incluso después de las sanciones.
Más allá de un yate, un conflicto geopolítico
Según el gobierno de Estados Unidos, Guryev es un “amigo íntimo” de Vladímir Putin y pertenece a un grupo de “élites con nexos al Kremlin”. Guryev es cofundador de PhosAgro, una empresa de fertilizantes que surgió tras el colapso de la Unión Soviética. Su fortuna le ha permitido adquirir varios bienes relacionados con su familia, como la mansión Witanhurst Estate en Londres y el superyate Luminosity. Sin embargo, el yate fue confiscado por las autoridades estadounidenses. Todos estos bienes tienen una conexión con una dirección en Guernsey.
El Reino Unido congeló los activos de Rusia hasta que pagara por los daños causados por la guerra en Ucrania. Pero Ucrania fue más allá y sancionó a miles de rusos y empresas. Cambió de congelar a confiscar los activos. El asesor de sanciones del presidente ucraniano, Vlad Vlasiuk, quiere que el Reino Unido se apodere de los activos relacionados con el Sr. Guryev y se los dé a Ucrania. El propósito: ayudar a reconstruir el país devastado por el conflicto.
Esta situación ilustra la dificultad jurídica de confiscar bienes rusos en contextos de conflicto. La cuestión de quién es el dueño real de estos bienes sigue siendo el eje del problema, y este litigio marítimo sigue atrayendo la atención.