El día en el que Steven Spielberg y George Lucas cambiaron la industria del cine en Estados Unidos con Indiana Jones

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Ismael Garcia Delgado

Editor Jr

Comunicólogo y Periodista por la UNAM. Redactor, locutor, guionista y creador de contenido. Apasionado por la música ochentera, el cine de acción/sci-fi, series dramáticas y la literatura hispana. Fiel defensor del séptimo arte mexicano.

¿Recuerdan el revuelo que causó el lanzamiento de Deadpool & Wolverine? Sí, ese sobre no permitir la entrada a menores. Esto tiene una razón de ser. Como lo informa la Dirección General de Radio, Televisión Y Cinematografía, en México existen clasificaciones por edades a fin de establecer parámetros de proyección y distribución y así, el público pueda disfrutar de una película adecuada para su edad.

Designadas con las letras A, B, C y D, cada clasificación se refiere al contenido visual y narrativo del filme. Esta misma regla aplica para los cines de Estados Unidos quienes utilizan la letra G para las aptas a todo público; la PG que requieren supervisión parental; las R limitadas a mayores de 17 años o menores acompañados por un adulto; y las NC-17 exclusivas para adultos.

Hasta aquí, parece que todo está claro. Pero como dicen: "las reglas se hicieron para romperse" y Steven Spielberg y George Lucas lo pusieron a prueba. Era el verano de 1984 cuando las salas de cine norteamericanas proyectaron por primera dos clásicos a cargo de los reconocidos cineastas: Gremlins e Indiana Jones y el templo de la perdición.

Los cines de cabeza por culpa de Spielberg y Lucas

Gremlins. El adorable Gizmo dio pistas de ser diseñado para una película cuyo único objetivo era vender tiernos muñecos, pero la cinta de Joe Dante resultó en una alocada sucesión de escenas gore: criaturas trituradas en batidoras, otras con revólveres o sierras mecánicas con intenciones muy alejadas de la carpintería. Ponte en los pies de un niño de aquella época e imagina el trauma y las pesadillas.

Indiana Jones y el templo de la perdición. Para este caso seguramente la audiencia creyó que se trataba de otra película de aventuras como su antecesora. Hasta que llegaron a las escenas de cerebros de mono como manjar, un culto que secuestra niños y, cómo no, una secuencia donde se arranca el corazón de Indiana Jones para mostrarlo frente a cámara.

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Si analizamos un poco el contexto, en aquella época la sociedad era más moralista y conservadora. No es de sorprender que la política estadounidense cedió a las presiones de los padres de comunidades cristianas que se sintieron engañados por ciertas películas.

Sin embargo, conscientes de que ese público, atraído por el morbo, seguiría a verlas nuevamente, el sistema de clasificación por edades aprobó la creación de una categoría PG-13 al que se le designa como contenido inapropiado para menores de 13 años. Y claro, fungió para satisfacer ambas partes.

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Como dato, dos años antes Steven Spielberg produjo la cinta de terror Poltergeist, la cual también tuvo una escena perturbadora donde una de las protagonistas se ve rodeada de esqueletos que salen de la tierra. La cuestión: eran esqueletos de cadáveres reales. Por si fuera poco, debido a las muertes de algunos de sus protagonistas en años posteriores, se le consideró como una "película maldita".

Al final, las producciones de Spielberg y Lucas se consagraron como clásicos ochenteros. Gremlins fue un éxito de taquilla y actualmente cuenta con una aprobación del 86% en Rotten Tomatoes. Por su parte, la segunda entrega de Indiana se hizo con casi 180 millones de dólares recaudados y un 77% de calificación.

Si gustas disfrutar de ambas cintas, puedes encontrar Gremilins en el catálogo de Max e Indiana Jones y el templo de la perdición a través de Netflix.

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