Lenovo y su Moto Z se han llevado mucho protagonismo durante este mes, ya que si bien era la renovación de una familia de smartphones muy querida, también era un acontecimiento importante al ser la primera marca famosa que se atrevía a dejar de lado un componente principal en estos equipos: el jack de audio.
Esto trajo consigo mucha crítica, tanto a favor como en contra, debido a que puede representar una nueva tendencia en el mercado, una que algunos ya han adoptado y que otros aún no quieren afrontar. Yo soy del primer grupo desde hace un año y esta ha sido mi experiencia.
Tomando la decisión
Durante varios años he sido una especie de melómano, llegando a escuchar música desde un cassette hasta un .flac, y pasando por varios dispositivos como las radiograbadoras, discman, MiniDisc, etc. Ya en años más recientes, la mayor razón por la que utilizaba un celular (antes de que fueran smart) era para poder reproducir mis .mp3; sí, en ese tiempo el dispositivo más famoso para este cometido era el iPod, sin embargo, nunca he sido muy fanático de la manzana y me parecía más práctico hacer el gasto en algo que me permitiera hacer más de una sola cosa.
Había una molestia que siempre encontraba en todos los audífonos: el cable.
En todo este tiempo, la principal constante que tenía que enfrentar era la de los audífonos, llegando a utilizar desde los de 15 pesos hasta los de 1,000, todos de diferentes marcas: Sony, Panasonic, Philips, JBL, Bose, Senheiszer, "marca china con nombre copia", y más. La cuestión de la calidad no me era tan relevante, además de que con el almacenamiento de la época bajar comprar un disco y guardarlo a 128kbps era un lujo, por lo que prestaba poca atención a las características de los audífonos y me enfocaba más en la relación marca/precio.
Aún con toda esta diferenciación, había una molestia que siempre encontraba en todos ellos: el cable. La mayoría se enredaban y en las peores ocasiones se trozaban o desprendían, incluso había veces que olvidaba que estaban conectados y arrastraba/tiraba/jalaba el equipo al que estuvieran conectados, incluso en más de una ocasión llegué a atorarme con algo por culpa del mismo.
Escuchar música pasaba de ser un placer a una desventura, por lo que llegó un punto en el que me limitaba a sólo hacerlo en casa. Tener unos audífonos inalámbricos se había convertido en un objetivo y, finalmente en febrero del año pasado, decidí adquirir unos aunque fuesen económicos con la pura intención de probar su funcionamiento y rendimiento.
Mis suposiciones sobre tener este gadget eran ciertas: era práctico, fácil y rápido.
Navegando por las tiendas en línea más confiables encontré unos SoundBot (marca desconocida para mí en ese entonces) de 16 dólares en Amazon; las reseñas eran lo suficientemente optimistas y el precio bastante más razonable de lo que esperaba. Hoy a más de un año de haberlos adquirido, sigo utilizándolos y funcionan como el primer día.
Lo bueno
Desde el primer momento en que empecé a utilizarlos me di cuenta de que mis suposiciones sobre tener este gadget eran ciertas: era práctico, fácil y rápido.
Conectarlos a mis dispositivos móviles fue una tarea bastante fácil, además de que era muy inmediato y en cuestión de practicidad, podía moverme libremente; no había cable que me estorbara o se atorara, quitármelos o ponérmelos no era ningún problema, y al guardarlos era un alivio no tener un cable que doblar.
Lo mejor de todo es que la batería dura lo suficiente ya que puedo estar reproduciendo música todo el día sin tener que cargarlos. La calidad es bastante buena e incluso no tiene diferencia con la de unos audífonos alámbricos de especificaciones similares. Era casi perfecto, pero claro, también tiene sus desventajas.
Lo malo
Así como el Wi-Fi, hay elementos que reducen el rango de funcionamiento.
Después de que con lo anterior queden desmentidos varios mitos (precio, calidad, practicidad), hay uno que es cierto a medias: la conectividad. Dependiendo de ciertas condiciones, puede haber una especie de interferencia en la conexión con el dispositivo.
Por lo general, la conexión Bluetooth tiene un alcance de hasta 10 metros, sin embargo, así como el Wi-Fi, hay elementos que reducen este rango, sobre todo por aquellos protocolos que trabajen en una frecuencia similar (especialmente los puertos USB 3.0).
En ocasiones, el movimiento hace que existan pequeños saltos en la reproducción (como llegaba a ocurrir con los discman), pero eso es con un cambio brusco; un movimiento continuó y pautado como el caminar no ocasiona problema alguno.
Pasando a la conexión en computadora, irónicamente no ha sido tan sencilla como la del dispositivo móvil, pero esto se lo adjudico principalmente a que mi equipo no incluye conexión Bluetooth. Para ello, tuve que hacer la compra de dos adaptadores (el primero, bastante defectuoso) y secundariamente a que la versión del protocolo que utilizan los audífonos es la 4.0 y no la 4.2, razón que también supongo es causante de manera directa o indirecta de los inconvenientes anteriores.
Además de lo anterior, resulta que los sensores anti-robo (los postes blancos a la entrada de las tiendas) crean una interferencia que emite un sonido muy, muy agudo a través de los audífonos, así que si atraviesan uno de estos, es mejor quitárselos mientras pasan.
La decisión correcta
Con todo esto, las ventajas que me ha ofrecido el pasarme a lo wireless han sido de mayor valor que las esporádicas, pero presentes desventajas, por lo que, no me extrañaría que el dejar de lado el jack de audio en los teléfonos se convierta en una tendencia, e incluso abogo en favor de que así sea.
Sin duda, el paso que Motorola ha dado marcará ha iniciado un cambio en mayor o menor medida, y si Apple decide tomar la misma decisión, el cambio será inevitable, así que lo mejor es irse adaptando que esperar a que la tendencia se convierta en estándar y aceptarla a regañadientes.
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