Uno no necesita tener capacidad técnica especial para conseguir un Grin robado en Ciudad de México. Los anuncios pululan en redes sociales, pero es en Facebook donde deslumbra más la facilidad con que se consiguen.
El estándar parece hasta acordado: de 3,000 a 3,500 por vehículo, bastante menos de lo que Grin ha pagado a la Secretaría de Movilidad por el permiso para operar cada uno en la capital del país. Con esos números, no sorprende que Grin se haya decantado por poner en pausa sus operaciones, y esperar a generar protocolos con las autoridades para el robo de vehículos.
De sus números no conocemos nada; no hay información pública sobre el número de unidades que han sido robadas, pero es fácil distinguir que han sido las suficientes como para que el asunto se convierta en un serio problema. Hemos contactado a tres vendedores de scooters propiedad de Grin, en donde uno de ellos presume por sus fotos publicadas en Marketplace de Facebook que cuenta, al menos, con media docena de ellos.
Azul, negro, morado, naranja, rosa y amarillo, los hay para elegir. En tres de tres contactos que hemos hecho con vendedores, las unidades han sido pintadas para no ser identificadas con facilidad.
Contactamos a uno de tantos vendedores, ubicado en Iztapalapa y que hace entregas solo en la zona Tepalcates, en los límites al oriente de Ciudad de México. Todos, nos ha dicho, van garantzados y “sin problemas”. Incluso, él mismo lo ha utilizado ya por espacio de un mes.
Pero hay de scooters a scooters según nos ha dicho un segundo vendedor, este último ubicado en Coyoacán. Él cuenta con dos, acomodados en un paquete de 6,500 pesos, aunque bien puede dejar uno en los 3,500 pesos. Pintados en azul y en negro, en su publicación se puede leer que hace las entregas con cargador original y que el precio es a tratar.
Él asegura que algunos vendedores en Marketplace solo desbloquean los scooters solo el tiempo suficiente para poder venderlos. Estos serían todavía más baratos. “Yo te lo entrego sin fallas, sin q se te vuelva a bloquear” asegura.
—¿Y no traen GPS como dicen? [sic]
—Los míos ya no amigo.
Al comenzar a dudar, le pregunto si de verdad son Grin y su respuesta es clara “todos los patines q veas en venta amigo son de Grin o Lime” [sic].
Desde luego el robo de las unidades no es nuevo. Contactamos con uno de tantos usuarios que han reportado a Grin el robo de sus unidades, a quien a partir de ahora nombraremos como 'Clara’.- Clara cuenta que hace no menos de tres semanas reportó por primera vez a Grin cuando encontró de cuatro a ocho unidades de la empresa en el patio de su vecino.
“Esos scooters aparecieron allí un día. Yo pensé que se trataba de alguien que los cargaba porque he visto eso. Pero no, ya hasta les pusieron plásticos para que no se mojen”.
La ubicación no está en Izapalapa, sino en la delegación Benito Juárez, no muy lejos de Calzada de Tlalpan.
Propiedad Privada
Un día, dos oficiales terminaron en el conjunto de departamentos de Clara. A pesar de haber reportado la situación por una primera vez a la empresa, Clara decidió que era buena idea comunicar a alguna autoridad la existencia de los scooters, que para aquel punto tenían dos semanas allí.
Los policías de investigación solo dijeron que al estar dentro de una propiedad privada, ellos no podían entrar. De hecho, le dijeron a Clara que ni siquiera podía denunciar el asunto puesto que no es la agraviada.
Luego de aquello Clara volvió a mandar un tuit a Grin reportándoles el asunto. Tampoco fue respondido. “Si a ellos no les interesa, pues menos a mí” dice.
En abril de este año se dio a conocer que el delito más captado por las videocámaras de seguridad en Ciudad de México fue el de robo a transeúnte, con 54 diarios en promedio. Aunado a ello, el congreso local se ha visto obligado a reforzar las penas por algunos delitos, entre los que se incluye el robo a celulares.
Esto es lo que ocurre cuando un servicio tecnológico, que parte de las sanas condiciones de seguridad y estabilidad en una ciudad, aterriza en México. Esta es la prueba de que el ánimo de inseguridad no solo está en prejuicio del peatón y la sociedad civil, sino también de la innovación tecnológica.
Al final, después del proceso de permisos otorgados por la Secretaría de Movilidad, Grin fue la única empresa en obtener obtener uno por 1,750 patines eléctricos, por los que pagó 14,000 pesos por cada uno, lo que en total significó una contraprestación de 24.5 millones de pesos. Eso es más de lo que ofrecieron por separado las empresas Jump, Dezba y Mobike en el caso de bicicletas compartidas y Lime en el sector de scooters.
Dicho de otra forma, Grin pagó al gobierno de la ciudad cuatro veces el monto por el que se vende cada una de sus unidades en Facebook.
Con todo y las nada menores cantidades de dinero involucrado, el novedoso sistema implementado por la SEMOVI para otorgar permisos (cuyo fin último es recaudar recursos para construir infraestructura para la prestación de este tipo de servicios); e inclusive la creciente demanda de usuarios que buscan alternativas menos convencionales pero más eficientes de movilidad en Ciudad de México, al día de hoy Grin está en pausa de sus funciones, y con ello no hay un solo servicio de scooters compartidos que funcione de forma legal en Ciudad de México.
Mientras, sus unidades se venden al mejor postor, por menos de 3,500 pesos, cargador incluido.
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