Lanzadas en 1977, las sondas gemelas Voyager cumplen en 2022 45 años. La NASA las cataloga como "cápsulas del tiempo de su época", por la tecnología que llevan a bordo: reproductor de cintas de ocho pistas para la grabación de datos, memoria equivalente a tres millones de veces menos que los smartphones modernos y transmiten datos unas 38,000 veces más lento que una conexión 5G.
A pesar de sus limitaciones técnicas, estas sondas siguen estando a la vanguardia de la exploración espacial, pues son las únicas naves en haber explorado el espacio interestelar, por el que viajan nuestro Sol y sus planetas.
También, gracias a la información arrojada por las sondas y de otras misiones más nuevas, los investigadores son capaces de obtener una imagen más completa del Sol y cómo la heliosfera, la burbuja protectora creada por el campo magnético del astro y el flujo del viento solar donde residen también los planetas, se encuentra interactuando con el espacio interestelar.
Cada una de las sondas cuenta con un disco de oro con imágenes de la vida de la Tierra, así como diagramas de principios científicos básicos y audios que incluye sonidos de la naturaleza, así como saludos en varios idiomas y música.
Estos registros recubiertos de oro sirven como "mensaje en una botella" cósmico, para cualquiera que pueda encontrarse con la sonda, pues a la velocidad con la que el oro se descompone en el espacio y es erosionado por la radiación cósmica, los registros pueden durar más de mil millones de años.
Los hitos y alcances de las sondas
La Voyager 2 fue lanzada el 20 de agosto de 1977, mientras que la Voyager 1 lo hizo el 5 de septiembre. Las dos sondas viajaron a Júpiter y Saturno, revelando nueva información sobre los dos planetas más grandes del sistema solar y sus lunas. Además, la Voyager 2 se convirtió en la primera y única nave espacial en volar cerca de Urano y Neptuno (1986 y 1989).
Por su parte, la Voyager 1 se enfilaba rumbo al límite de la heliosfera, de donde salió en 2012, descubriendo que esta capa bloquea el 70% de los rayos cósmicos o partículas energéticas creadas por las estrellas en explosión.
En el caso de la Voyager 2, tras completar sus exploraciones planetarias, también salió de la heliosfera en 2018, y con datos combinados de las dos naves, se ha obtenido nueva información sobre la forma exacta de esta capa.
Los problemas de las Voyager
Durante este tiempo de exploración, las sondas se han enfrentado a varios desafíos, y en ocasiones los equipos a cargo de Voyager han tenido que recurrir a colegas jubilados, por su nivel de experiencia, o investigando directamente en los documentos escritos décadas atrás para solucionar los contratiempos.
Ya que cada Voyager funciona con un generador termoeléctrico de radioisótopos con plutonio, encargado de emitir calor y convertirlo en electricidad, a medida que este se descompone, la producción de calor disminuye y generan menos electricidad.
Por esto, se ha tenido que compensar apagando los sistemas no esenciales o incluso, aquellos que en algún momento se consideraron esenciales, como los calentadores que protegen los instrumentos que aún funcionan de las gélidas temperaturas en el espacio. Sorprendentemente, los cinco instrumentos a los que se les desactivaron sus calentadores desde 2019, siguen funcionando a pesar de encontrarse en temperaturas más bajas a las que fueron probados.
En el caso de la Voyager 1, recientemente experimentó un problema que hizo que su sistema de navegación se confundiera, aunque la nave continuaba operando normalmente. Sin embargo la sonda continúa enviando observaciones científicas mientras se intenta solucionar el problema o de evitarlo.
No sabemos cuánto tiempo continuará la misión, pero podemos estar seguros de que la nave espacial proporcionará aún más sorpresas científicas a medida que se aleje de la Tierra
Suzanne Dodd, gerente de proyectos de Voyager en JPL
Imagen: NASA, ESA, y G. Bacon