Una de las promesas de los servicios como Uber, Lyft y de la teórica revolución del coche autónomo es que dichos coches podrían suplir las necesidades de muchísima gente, haciendo que el número total de coches y el tráfico se redujesen de forma notable en las ciudades.
Esa visión es errónea según un estudio que revela que lo que hacen estos servicios es justo lo contrario: los usuarios ya no quieren andar de un sitio a otro porque coger uno de estos coches es mucho más cómodo, lo que acaba generando más demanda, más cantidad de ellos, y más tráfico.
Para qué andar cuando puedes coger un Uber
Bruce Schaller, que trabajó en la Comisión de Transporte de Nueva York, indicaba en el estudio cómo Uber, Lyft y otros rivales menores están atascando aún más las grandes capitales estadounidenses. De hecho, indica el estudio, el coche autónomo podría agravar el problema.
El Ayuntamiento de Nueva York incluso ha comenzado a plantearse la imposición de unos mecanismos de control para limitar la oferta de estos coches de modo que ese crecimiento del tráfico se pueda controlar.
Según los datos del estudio, los usuarios de estos servicios crecieron un 37% en 2017 frente a 2016: 2.600 millones de pasajeros utilizaron alguna de esas alternativas para desplazarse en las grandes capitales de EE.UU.
Ese crecimiento de usuarios hizo que los coches recorrieran 9.200 millones de kilómetros en las nueva ciudades estudiadas en comparación con la cifra registrada en 2011. Aunque inicialmente dichos servicios no parecieron afectar al tráfico, "ahora son claramente una fuente de congestión", explicaba Schaller.
Cuanto más fácil ponen ir en coche, peor
Este estudio coincide con otros recientes como el de la Universidad de California en Davis según el cual en diversas ciudades americanas la aparición de estos servicios provocó que se realizaran entre un 49% y un 61% más de trayectos en coche de los que antes se hacían por otros medios.
Este descubrimiento se alinea con un efecto que también se produce al mejorar la infraestructura de vías públicas. En los años 30 Robert Moses, que se encargaba de la planificación de carreteras en Nueva York, trató de mejorar el tráfico creando nuevas autopistas y puentes por todos lados. En lugar de que el tráfico mejorara, acabó empeorando.
El efecto se conoce como "generación de tráfico", y consiste en que cuando uno construye más autopistas para aliviar la congestión, más y más coches acaban circulando por ellas. Eso lleva a construir aún más autopistas para aliviar ese nuevo tráfico, que vuelven a generar que más coches todavía circulen por ellas.
Es un círculo vicioso que ahora se ha reeditado con la aparición de los servicios como Uber o Lyft. Para Schaller los coches autónomos acabarán empeorando también la situación. La solución, indican algunos expertos como los de la UC Davis, consiste en invertir mucho más en transporte público.
Vía | Axios
En Xataka | El coche autónomo dejará un reguero de perdedores a su paso
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