Año con año huyendo de las temperaturas frías en su hábitat, cientos de ballenas grises y jorobadas emigran a las cálidas aguas (para ellas, no para nosotros) del Golfo de California, e incluso pueden llegar a las costas de Nayarit y Jalisco. Es entre finales de diciembre y principios de abril cuando los habitantes y turistas de las áreas comprendidas entre las Bajas Californias, Sonora, Sinaloa, Nayarit y Jalisco pueden ser sorprendidos por estos gigantescos mamíferos que suelen nadar en mar abierto.
Con esta información en mente y con una gran ilusión a cuestas partí el día 10 de febrero con rumbo a Puerto Vallarta, no disponía de mucho tiempo, tan solo el día sábado para encontrar un tour y esperar a que se hiciera presente alguna ballena en el camino, con el celular bien cargado y con las esperanzas bien puestas.

Llegando a la marina, pregunté por una compañía de tours de avistamiento de ballenas que me habían recomendado, solo para encontrarme con la mala suerte de que justo ese día no habría salida, eso la verdad es que me desmoralizó un poco, pero ese día muy de mañana, cuando la luna recién se ponía sobre el Océano Pacífico yo me encontraba en el muelle de la Playa de los Muertos y alcancé a ver un par de delfines nadando muy cerca de la orilla, ese recuerdo me avivó la esperanza.

Así que pregunté si había alguna lancha que pudiera cruzar la Bahía de Banderas desde donde estaba y hasta Yelapa, una playita que solo puede alcanzarse por vía marítima, ya que no tiene acceso por tierra, me puse mi chaleco salvavidas de color naranja, y entre el día que se puso de pronto bastante brumoso y el descalabro inicial que me puso de un humor indescifrable, me percaté de que el lanchero paró el motor y nos dijo, miren allá a estribor, cuando vio nuestra cara de interrogación, dijo miren a la derecha... y entonces ahí la vimos, era la cola de una ballena asomando por la superficie, golpeó el agua tres veces y se volvió a sumergir.
Nos quedamos quietos, esperando a que se repitiera, cuando de pronto, nuevamente vimos una cola enorme que se alzaba y bajaba hacia la superficie del agua, todos los que estábamos en la embarcación nos quedamos mudos de pronto, ya que sin esperarlo, la naturaleza nos había regalado un encuentro fortuito con un maravilloso mamífero marino.

Seguimos nuestro curso hasta Yelapa y cuando llegamos, nos encontramos con Efrén un habitante de Vallarta y Linda, una turista norteamericana quienes nos platicaron cosas muy interesantes, entre ellas que las ballenas en ocasiones se quedan todo el año cerca de la costa porque simplemente están muy a gusto ahí, que los delfines suelen "molestar" a las ballenas y eso es lo que provoca sus saltos espectaculares , también aprendimos que ambas especies van en busca de comida, nadando detrás de los sardinales y por eso es común verlos muy próximos.
También supimos que las ballenas emigran a las costas mexicanas para aparearse y reproducirse, pero cuando alguna de las crías no tiene suficiente fuerza para emprender el viaje de regreso al Ártico, la madre y la cría se quedan durante el tiempo que sea necesario para no exponer la vida de la cría en el trayecto.

Por último, otra historia que nos contó Efrén es que en años recientes en Boca de Tomatlán se han avistado también orcas, que no suelen andar por estas latitudes, sin embargo, han encontrado comida fácil en nuestras costas, entre su alimento destacan peces, delfines, mantarrayas y desafortunadamente también crías de ballenas jorobadas.
Sin duda valió la pena aventurarse a recorrer la bahía en una lancha pequeña, pues sin saber lo que me iba a encontrar he regresado con una sensación de paz y una satisfacción enorme por haber cumplido uno de mis sueños: estar cerca de una ballena jorobada.

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polares69
Yo naci y me crie en un pequeño pueblo de Baja California Sur, junto al Pacifico, yo soy ingeniero pero vengo de una familia de pescadores y buzos. Cuando cumpli 9 años (hoy ya tengo 34), mi papa me dijo " Por se tu cumpleaños, el dia de mañana haremos un pequeño viaje, te voy a llevar a ver y a tocar unos de los animales mas espectaculares que existen, son pocas las personas en el mundo que pueden tocarlos, pero mañana lo haremos tu y yo".
El lugar era la Laguna Ojo de Libre, santuario de la ballena gris. Sin duda es impresionante ver una ballena, pero no se compara con poder tocarla, como si se tratase de un pequeño cachorro, las ballenas se acercan a tu lancha para que las toques, las acaricies, incluso mientras las estas tocando, puedes ver sus enormes ojos y sentir como disfrutan el contacto con los humanos.
Esto fue en el año 1992, creo ahorita debido al exceso de turismo, contaminacion, ruidos de tantas lanchas, ya es muy dificil que las ballenas se dejen tocar.
En aquel momento, con solo 9 años, no era capaz de entender la experiencia que mi papa me estaba regalando, pero hoy 25 años despues aun puedo recordar, como si de ayer se tratase, la sensacion de tocar, acariciar, de jugar vaya, con una gigantesca ballena gris.