Las discusiones sobre competencia y conductas potencialmente anticompetitivas por parte de los gigantes tecnológicos no son nuevas. Está el caso Spotify-iTunes en Europa, así como el caso Epic Games-Apple. El tema de fondo en ambos casos es el mismo: ¿hasta cuánto puede una tecnológica favorecer sus propios productos, en aras de construir lo que en el ambiente tecnológico le llamamos un "ecosistema"?
La discusión tomará un nuevo rumbo ahora que sabemos que el congreso en Estados Unidos está examinando una nueva ley que prohibiría tajantemente que tecnológicas favorezcan sus productos, pues se constituye como una conducta anticompetitiva.
Así, Apple ya no podría preinstalar sus propias apps en los iPhone, pero la iniciativa también tiene repercusiones también para la suscripción de Amazon Prime, que otorga ventajas a ciertos vendedores sobre otros.
Un cambio de paradigma no solo para los de Cupertino
Entender los alcances de una ley así no es cosa sencilla. Lo que se sabe hasta ahora es lo que David Cicilline, encargado de impulsar la iniciativa de ley en el congreso dijo recientemente a reporteros, en declaraciones retomadas por Bloomberg, y en ellas afirma que la ley prohibiría que Apple preinstale sus propias apps de servicios (incluido por supuesto Apple Music).
Él mismo fue el que adelantó que también aplicaría para el caso de la suscripción de Amazon Prime.
La iniciativa ciertamente afectaría variedad de modelos de negocios que las tecnológicas ejecutan, no solo Apple. CNET retomó una declaración del representante de colorado, Ken Buck, quien aseguró que además de Apple, Amazon, Facebook y Google "han priorizado poder sobre innovación y han dañado a negocios y consumidores en el proceso".
La prospectiva para la iniciativa de ley es buena porque se trata de una propuesta que forma parte de un paquete legislativo apoyado por los dos principales partidos en Estados Unidos, el republicano y el demócrata. La iniciativa de ley será revisada la próxima semana por el Comité Judicial de la Casa de Representantes, el símil en Estados Unidos de lo que en México es la Cámara de Diputados.
En otras latitudes, las potencias principales de todo el mundo ya discuten un impuesto global para tecnológicas, de manera que todas ellas tributen directamente donde generan ingresos. El acuerdo está por cerrarse en el G7 y si avanza conforme a lo planeado, podría ser ratificado por el G20, en donde México está incluido, el próximo mes.
Desde Hacienda ya se ha dicho que si el apuesto es ratificado, el nuevo impuesto a tecnológicas podría entrar en vigor tan pronto como para el 2022.
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