Los últimos números del INEGI y del IFT indican una cosa: que todos los mexicanos tengan internet sigue y seguirá siendo una asignatura pendiente en el corto plazo.
Ese, desde luego, es un problema. Lo es por muchas razones, pero principalmente porque el internet, concebido desde el gobierno de México, la CNDH y la Organización Nacional de las Naciones Unidas, es un habilitador de derechos, lo que quiere decir que la gente puede usar internet para identificarse (por medio de documentos digitales), acceder a la justicia (por medio de denuncias digitales), manifestarse y hasta acceder a la salud.
Es tan importante que por eso han habido tantas promesas. La primera fue contundente: según el presidente, Andrés Manuel López Obrador, todo México tendría internet en 2021. Fue una promesa despampanante porque ni siquiera países por completo desarrollados han conseguido acabar con la brecha digital. El dicho fue dado en 2019 como parte del segundo informe de gobierno del presidente que está por terminar su mandato. Cinco años después, en México uno de cada cinco personas no tiene acceso a internet, según datos del INEGI y el IFT.
Cuando llegó la fecha del plazo, 2021, la promesa se renovó y entonces el presidente dijo que todo México debería tener internet para 2023. "En 2023 todo el territorio nacional tendrá acceso a internet", dijo entonces. Una vez más, cuando llegó el plazo, la tercera promesa fue que todo México tendría internet para 2024.
En el camino se han adoptado todo tipo de estrategias, pero claramente ninguna ha sido suficiente. La más visible es, desde luego, el rescate de Altán, lo que significó también el rescate a la Red Compartida y a los operadores móviles virtuales. A la par, también hizo posible que Gobierno de México lanzara "Internet para el Bienestar", un programa de reventa de los paquetes de internet de los OMV que trabajan bajo la red de Altán. El objetivo era el mismo que el de CFE TEIT, creado en 2022: cerrar con rapidez la brecha digital con ayuda de internet móvil, siempre dando servicios a zonas altamente marginadas.
Y luego Elon Musk entró en la ecuación. Gobierno de México pagará hasta 3,000 millones de pesos a Starlink por contratos que tendrán vigencia hasta 2026. CFE TEIT adjudicó dos contratos masivos: uno por internet gratuito y otro por servicio de telefonía celular. Starlink se convirtió en un aliado para gobierno porque, según Carlos Calderón, coordinador de Estrategia Digital Nacional, se trata del servicio más rápido en cuanto a transferencia de datos.
Para el especialista en telecomunicaciones, Fernando Negrete, echar mano de internet satelital es "competencia desleal" para la industria de telecomunicaciones que están sujetos a los altos costos de espectro de México, los más elevados en América Latina.
Una tarea gigantesca
La nueva presidenta electa sabe que cerrar la brecha digital es un pendiente. En marzo pasado, dijo que México tendrá su propio satélite para poder dar internet gratuito a todo el país. Promesa en tiempo de campaña, por supuesto. Pero con o sin internet mexicano en órbita, el problema sigue, tan vigente como cuando se prometió acabar con él en 2019, cuando la primera promesa llegó hace cinco años ya. Claro que hay más mexicanos conectados. En 2019 solo había 80.6 millones de usuarios conectados y el corte a 2023 es que esa cifra subió en casi 17 millones, hasta 97.2.
Un incremento de casi 17 millones es todo un logro, desde luego, pero desafortunadamente también significa un avance de solo 10 puntos porcentuales del total de la población mexicana. Mientras que en 2019 la cobertura era del 70%, ahora es del 81.2%. La reflexión que resulta es problemática: en 2019 se prometió avanzar con 30 puntos porcentuales y en cinco años se han conseguido 11 puntos. De seguir a este ritmo, México por fin acabará con la falta de acceso a internet en 2034.
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