Hace unos días, estábamos en un restaurante unas amigas y yo, charlábamos sobre la vida, las parejas, los hijos, el tiempo que nos dedicamos a hacer cada una de las tareas cotidianas, cuando de pronto una de ellas, como si quisiera abstraerse de la conversación, sacó su teléfono y de inmediato nos reemplazó por el Facebook, el Whatsapp, o vaya usted a saber qué aplicación.
Esto me lleva a preguntarme, si realmente estamos conscientes de la manera en que ha cambiado nuestra interacción a raíz del uso masivo de los dispositivos móviles en nuestra cotidianeidad. La respuesta es cuando menos asombrosa: Sí, estamos conscientes y No, no haremos nada para cambiarlo.
En una encuesta acerca del uso de internet resultó que casi 8 de cada 10 personas (78%) está consciente que los dispositivos móviles han modificado su rutina familiar, algunos de ellos, incluso han visto mejorada o facilitada la comunicación con su familia.
El estudio del Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, tomó en cuenta la opinión de 413 internautas mexicanos, y casi la mitad de ellos dice que se platica y se convive menos en casi todos los ámbitos en donde se desenvuelven, sea en un coche durante un largo trayecto, en una reunión familiar, hasta parece que se nos cuecen las habas por sacar el aparatito y ver qué hay ahí (aunque veamos las mismas historias y fotos repetidas hasta la saciedad)
De los participantes en este estudio 5 de cada 10 aceptaron haber ignorado a alguien más por estar con el móvil, y 8 de cada 10 afirmó sentirse ignorado por quien está duro y dale a la pantalla o a las teclas (según sea el caso).
Ahora, este artículo no pretende satanizar la tecnología, lejos de mí esa idea, sino saber que el uso que le damos puede menoscabar nuestras relaciones interpersonales. Por un lado es bien sabido que gracias a internet, podemos encontrar información acerca de cualquier tema en cuestión de segundos, por otro lado, nuestras relaciones y nuestra privacidad pueden verse comprometidas con el uso excesivo del internet (especialmente de las redes sociales).
De cada 10 entrevistados 8 poseen un teléfono inteligente, 6 una tablet o iPad, y 4 un teléfono no inteligente. Además 3 de cada 10 cuentan con una consola de videojuegos portátil.
Lo interesante está en el tiempo que le dedicamos a cada aparato por día, conservadoramente, una persona está unas dos horas al día en su teléfono celular, con su tablet una hora o un poquito más, y con las consolas menos de una hora, esto es lógico, el teléfono los traemos puesto para todos lados, y lo utilizamos, aunque usted no lo crea, en primer lugar para recibir y hacer llamadas, después para textear, escuchar música, buscar información y hacer fotografías.
Y durante el tiempo que está conectado, un internauta promedio utiliza la mitad para conectarse al Whatsapp y charlar con los amigos, resultando esta actividad, a la que más tiempo le dedicamos en cada conexión.
¿Se puede controlar el uso de la tecnología?
Por supuesto, es posible controlar la tecnología y el uso que hacemos de ella, pero en ocasiones, parece más fácil dejarnos llevar por la ola del Whatsapp (o cualquier otra aplicación), y montarnos en ella, junto con grupos de personas conocidos y amigos que en vez de enriquecer nuestra experiencia con el dispositivo, lo llenan de imágenes y palabras sin sentido.
Le propongo un experimento: La próxima vez que acuda a una reunión familiar, llévese su teléfono pero póngalo en silencio, déjelo cómodamente en el bolsillo de su pantalón o saco, o si prefiere, en el bolso de mano. Y como no lo escuchará sonar, ni lo sentirá, podrá estar más atento a lo que sucede a su alrededor. Incluso podrá darse cuenta de que el café está delicioso, la plática sustanciosa y que se había estado perdiendo de un montón de cosas interesantes por tener las narices metidas en el celular.
No, no es un regaño, es solo una invitación, sobre todo en estas fechas en que privilegiamos y deseamos la unión de las familias, a estar realmente "presentes" en el aquí y el ahora, y no solo a través del aparatejo móvil.
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