"Aunque te lo dijera, no me creerías": el misterio de lo que vio Napoleón cuando durmió en la Gran Pirámide de Egipto

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Ismael Garcia Delgado

Editor Jr

Comunicólogo y Periodista por la UNAM. Redactor, locutor, guionista y creador de contenido. Apasionado por la música ochentera, el cine de acción/sci-fi, series dramáticas y la literatura hispana. Fiel defensor del séptimo arte mexicano.

A lo largo de la historia de la humanidad han habido grandes conquistadores provenientes de diversas partes del mundo. Julio Cesar, Gengis Kan, Alejandro Magno o Napoleón Bonaparte, por mencionar algunos. En el caso de este último, destaca la leyenda de su visita a las pirámides de Egipto y como, al adentrarse en el templo de Amón, llevó consigo el llamado gran secreto.

Era el año de 1978 cuando Bonaparte arribó a las desérticas tierras egipcias. A su llegada, recordó aquella anécdota donde Magno se adentró en el templo y terminó por convencer a todos que el oráculo lo proclamó hijo de Amón. Evidentemente, Napoleón no podía quedarse atrás.

Tal como señala Peter Tompkins en Secretos de la Gran Pirámide, Napoleón aspiraba a emular a otros grandes estrategas militares que también buscaron una experiencia trascendental y transformadora en su viaje hacia el autoconocimiento.

Según cuenta la leyenda, durante su campaña en Egipto y Siria, Napoleón regresó a El Cairo para pasar una noche en el interior de la Gran Pirámide, y con ello, experimentar el último descanso de Keops. Tras recorrer los estrechos pasillos acompañado de sus hombres, llegó a la cámara del rey. Allí pasó la noche entera.

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Siete horas después, el sol comenzó a bañar las tierras de Giza. Fue entonces cuando Napoleón emergió pálido y visiblemente alterado. Al ser interrogado por sus hombres sobre lo sucedido, simplemente respondió: "Aunque te lo dijera, no me creerías”. Nunca quiso hablar más del asunto. El secreto, sellado entre él y las piedras milenarias, permanece desconocido hasta hoy.

Claro está que esta puede que sea una de las muchas historias que se han visto modificadas con el pasar de los años. Resulta difícil distinguir si nos enfrentamos a un episodio histórico genuino, lleno de misterio y significado, o a un relato engrandecido poco a poco a través del tiempo. No por nada, su veracidad continúa como objeto de debate entre historiadores y académicos.

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Realidad. Entre quienes defienden la autenticidad del relato, se encuentran los testimonios de figuras como Dominique Vivant Denon, un artista que acompañó la expedición. Denon describe una noche dentro de la pirámide, al mencionar la presencia de Napoleón y su círculo cercano.

Otros testimonios, como el del General Phillip- Paul de Ségur, también corroboran parte de la historia, aunque persiste el misterio por la falta de pruebas concluyentes. Por su parte, el escritor Javier Sierra, en su novela La Pirámide Inmortal, afirma en el epílogo e introducción que, aunque su relato es ficticio, la noche de Napoleón en la pirámide pudo haber ocurrido.

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Mito. Del otro lado del acontecimiento se encuentra Louis Antoine Fauvelet de Bourrienne, secretario personal de Napoleón. Señala que el estratega francés envió a otros a explorar las pirámides y les pidió que le contaran sus impresiones. Bourrienne afirmó en la biografía de Bonaparte que éste ni siquiera entró en la Gran Pirámide, lo cual desmiente la idea de una visita nocturna en solitario.

La historiadora Shannon Selin también apunta a que muchas leyendas sobre Napoleón carecen de fundamento, incluida esta en particular. Según Selin, no existe evidencia de que nadie en la expedición documentara una entrada de Napoleón en la pirámide, lo cual refuerza la idea de que este relato es más un mito que un hecho histórico.

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Aunque estamos frente a un relato que tiene más tintes de leyenda que de verídico, esta historia es un recordatorio del legado de Napoleón y de su campaña en Egipto, una región que los franceses nunca llegaron a controlar plenamente. La expedición, aunque comenzó con éxitos militares, terminó en fracaso y Bonaparte abandonó Egipto en 1799 para regresar a Europa con sus tropas retirándose hasta 1801.

A pesar del resultado militar, la expedición de Napoleón despertó un interés global en la antigua civilización egipcia con el origen de la egiptología. Los científicos que acompañaron al ejército recorrieron el país y documentaron sus hallazgos en Description de l'Égypte, una obra monumental publicada entre 1809 y 1822. Aunque su contenido arqueológico es limitado, tuvo un enorme impacto al despertar el interés y la fascinación de esta cultura alrededor el mundo.

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