Estados Unidos llegó a una isla desierta en la Segunda Guerra Mundial, y nueve días después sucedió algo insólito: 300 bajas

cañón
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Las guerras y los conflictos militares tienen como consecuencia directa una gran cantidad de bajas humanas que, en varias ocasiones, son difíciles de explicar. Eso fue justo lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos llegó a una isla fantasma, resultando en más de 300 bajas entre muertos y heridos.

El escenario en cuestión se desarrolló durante la campaña de las islas Aleutianas, una iniciativa tanto de Estados Unidos como de Japón para hacerse con las islas más orientales del territorio de Alaska, como parte de las operaciones militares en el Pacífico.

Seis meses después del ataque a Pearl Harbor, en Hawái, los japoneses atacaron las Aleutianas. Una vez que llegaron al archipiélago, compuesto por unas 14 islas grandes y otras 55 más pequeñas, realizaron ataques aéreos en Dutch Harbor, un sitio con dos bases militares estadounidenses, los días 3 y 4 de junio de 1942, tocando tierra en la isla Kiska el 6 de junio y en Attu al día siguiente.

La ocupación japonesa

Las tropas japonesas establecieron bases militares en ambas islas, capitaneadas por el almirante Isoroku Yamamoto, el comandante en jefe de la Flota Combinada de la Armada Imperial Japonesa (IJN). Pensaban que ocupando lugares estratégicos en esta región podían controlar y defender el perímetro al norte de su imperio, que estaba en proceso de expansión a lo largo del Pacífico.

Para los estadounidenses, no se trataba solo de una cuestión estratégica, sino de orgullo nacional, ya que era un territorio que les había pertenecido desde 1867 y ambas islas fueron los primeros territorios estadounidenses conquistados por tropas extranjeras desde 1812, en la guerra contra los británicos.

Canon Japones Un cañón antiaéreo Tipo 88 de 75 mm abandonado por el Ejército Imperial Japonés en la isla Kiska, Alaska.

Sin embargo, estas islas pudieron quedar en posesión de los japoneses tras la guerra, pero debido a la presión pública, Estados Unidos tuvo que recuperarlas.

Además, el país temía que la ocupación significara el primer paso de un ataque contra Alaska continental o el noroeste del Pacífico de Estados Unidos. Sin embargo, en medio de la recuperación del golpe contra Pearl Harbor y la acumulación de fuerzas para la guerra en Europa, solo realizaron bombardeos ocasionales.

Recuperando el territorio

Eventualmente, los estadounidenses tomaron acciones para recuperar su territorio, construyendo varias bases en otras islas Aleutianas y aplicando un bloqueo naval a ambas islas en poder de los japoneses, restringiendo su flujo de suministros. Esto derivó en la Batalla de las Islas Komandorski el 26 de marzo de 1943, donde barcos de ambas facciones se enfrentaron.

Luego de que ambos lados quedaran con bastantes daños, los japoneses se retiraron debido a la falta de combustible y municiones, sobre todo por el temor a la llegada de los bombarderos estadounidenses. Regresaron a las islas en su poder, donde se vieron reducidos a escasos suministros entregados a través de submarinos. Fue en ese momento que los americanos aprovecharon para desembarcar en tierra y recuperar sus bases.

Un Hombre Es Llevado En Camilla Durante La Invasion A Attu Un hombre es llevado en camilla durante la invasión a Attu

Después de varias semanas bombardeando Attu y Kiska por mar y aire, inició la Operación Landcrab el 11 de mayo de 1943, en la que 11,000 soldados desembarcaron en Attu. A pesar de ser mayoría, al estar mal equipados para las duras condiciones climáticas, sufrieron bajas por congelación, gangrena y otras enfermedades que nada tenían que ver con el fuego enemigo.

Al final, 2,351 soldados japoneses dieron su vida defendiendo la isla de Attu y únicamente 28 sobrevivieron. Del lado estadounidense fue peor, pues sufrieron 3,829 bajas, de las cuales murieron 549.

El siguiente paso fue Kiska, donde se proporcionó mejor equipo y ropa al ejército estadounidense. Tras desembarcar 35,000 soldados en sus costas, se encontraron con un territorio sin resistencia. Un día después, desembarcaron las tropas canadienses al lado contrario de la isla, encontrándose eventualmente con el ejército americano.

Desembargo Tropas Canadienses

Los canadienses, el primer día, se toparon con "enemigos", y tras un tiroteo se dieron cuenta de que cuatro de sus soldados habían perdido la vida y otros 28 del "otro lado", que no eran japoneses, sino estadounidenses.

Eso sí, los japoneses contaron más bajas a su favor, pues los dos ejércitos fueron víctimas de minas y trampas japonesas. Por ejemplo, el 18 de agosto murieron 18 tripulantes del destructor Amner Read cuando este chocó contra una mina entrando al puerto de Kiska.

La salida japonesa

El 24 de agosto se declaró la isla segura, y sin saber a dónde habían ido a parar los japoneses, decidieron abandonar la isla. Estos habían salido del territorio el 28 de julio, apoyados por una densa niebla, destructores y barcos de transporte, llevándolos seguros a las islas Kuriles.

Submarino Japones Restos de un submarino enano japonés

Aunque la inteligencia americana informó una reducción de la actividad en la isla tras esa fecha, el comandante de la operación, el contraalmirante Thomas C. Kinkaid, consideró que era una farsa y que los ejércitos en realidad estaban esperando en las montañas.

Sin embargo, en realidad se trató de una misión de desembarco en una isla fantasma, completamente vacía, en la que se perdieron la vida de más de 90 hombres y otros 221 resultaron heridos.


Imagen de portada | Jose Luis Cernadas Iglesias



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