El 5 de mayo del 2023 será recordado como el día en que la emergencia mundial por COVID-19 terminó oficialmente. La Organización Mundial de la Salud lo ha decretado así, luego de que su director, el doctor Tedros Adhanom, aceptara la recomendación del Comité de Emergencias.
Casi siete millones han muerto oficialmente por la pandemia de COVID-19. La OMS reconoce que el número es mucho más grande y el doctor Adhanom la estimó en 20 millones. La emergencia global desaparece, pero las consecuencias de la pandemia no han sido pocas y, hasta el mismo virus, ha llegado para quedarse.
"El virus está aquí para estar, está matando y está cambiando", dijo Adhanom.
Dado que el virus continúa activo, el llamado de la OMS es que países no desmantelen por completo sus sistemas contra la pandemia, sino que los mantengan listos porque "el riesgo permanece de que nuevas variantes emerjan y causas nuevos casos y muertes", añadió.
El mundo no estaba listo para lo que sucedería luego de que China reportara menos de 100 casos de neumonía de origen desconocido en Wuhan. El Comité de Emergencias decidió declarar la emergencia global el 30 de enero de 2020 y en marzo el brote se convirtió en "pandemia global". Un mes después México inició la fase 3 de la pandemia por COVID-19.
Lecciones aprendidas
Los impactos del COVID-19 serán analizados por décadas. La emergencia global puso las capacidades de respuesta de países, hizo evidentes las inequidades entre países ricos y pobres y desató olas de desinformación. En el otro extremo, produjo una respuesta sin igual de la comunidad científica que logró vacunas inéditas, algunas ARN mensajero, un mejor entendimiento general sobre los virus y cómo funcionan y, desde luego, eventualmente puso a prueba la resistencia y voluntad para seguir las medidas de distancia social y los confinamientos.
"Como comunidad global, el sufrimiento soportado, las dolorosas lecciones que hemos aprendido, las inversiones que hemos realizado y las capacidades que hemos desarrollado no deben desperdiciarse", dijo Adhanom.
Con el fin de la emergencia global, países están llamados a tratar el COVID-19 como una enfermedad infecciosa más. A reserva de lo que ocurra con nuevas variantes, el SARS-CoV-2 ahora es un virus con el que hay que convivir, como cualquier otro.
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