En la atmósfera hay gran cantidad de gases, algunos de ellos como el oxígeno son vitales para nuestra supervivencia, en cambio otros como el monóxido de carbono pueden ser potencialmente letales, lo peor es que al ser imperceptibles a la vista, son causa de muchas muertes cada año, ya sea por una gran concentración de monóxido dentro de una vivienda, o bien al ser subproducto de un incendio.
Para terminar con estos "asesinos silenciosos" la Ingeniera Ana María Solórzano desarrolló unos sensores, cuyo prototipo apenas mide 11x15x3cm que al detectar la presencia de estos gases hará sonar una alerta de incendio, o bien de peligrosiad, y lo hará en tiempo real, pudiendo avisar a los habitantes de un edificio y dándoles oportunidad de tomar las medidas adecuadas.
El principal causante de muertes en los incendios no es el fuego en sí, sino la intoxicación producida por diversos gases que son imperceptibles a los sentidos, un ejemplo de ello es el monóxido de carbono que puede hacer que las personas pierdan el conocimiento antes de darse cuenta de que están en un incendio.
Los sensores detectarán la presencia y las concentraciones de diversos gases tóxicos, mismos que serán procesados por un algoritmo que discriminará las concentraciones tóxicas de las que no lo son, para emitir las alarmas correspondientes y ayudar a salvaguardar la población.
Su detector se diferencia de los que ya existen en el mercado puesto que los otros se limitan a detectar humo, lo cual no previene en sí una intoxicación, sino que nos da una pauta de que el incendio ya está sucediendo, y que puede ser potencialmente grave para los ocupantes de una casa, sin embargo, al ser capaz de detectar los gases en sí mismos y no el humo, su detector es más preciso, pues pretende afinarlo hasta que alcance a detectar 20 partes por millón de monóxido de carbono.
Estos sensores químicos aún están en proceso de desarrollo, por lo tanto, no es posible aún hablar de patentarlos o transferirlos a la industria, para ello es necesario crear algoritmos que puedan discriminar mejor las falsas alarmas y que sean más confiables. La ventaja es que ya hay alguien trabajando en ello y seguirá haciendo investigación con el fin de detener las muertes provocadas por los "asesinos silenciosos".
La idea de Ana María y su equipo de investigadores de universidades españolas es lograr un "sentido del olfato artificial" que permita utilizar robots autónomos en ambientes reales, procurando encontrar el origen de las fuentes químicas, a través de algoritmos de localización, para esto se ha construido a la par de estos sensores, un sistema olfativo biomimético, que implementa olfateos controlados para demostrar que al modularse el flujo de los gases, es posible mejorar la detección olfativa oportuna.