En la Vía Láctea hay una estructura gigantesca y hasta ahora misteriosa que nunca antes se había visto: un par de burbujas que se extienden una por encima y otra por debajo del centro de la galaxia. Esta formación, conocida como "burbujas de Fermi" parecen, en su formación, un número 8 o un símbolo de infinito.
Estas estructuras fueron descubiertas en 2010 por astrónomos que trabajaban en los datos del Telescopio Espacial de Rayos Gamma Fermi. Consisten en dos manchas ubicadas en el núcleo de la Vía Láctea, con una longitud total de unos 50,000 años luz. Su origen es "misterioso" y, según la NASA, puede tener pocos millones de años de antiguedad.
Para dimensionarlo de otra forma, la agencia espacial dice que si estas estructuras se giraran hacia el mismo plano en el que se encuentra la galaxia, llegarían más allá de nuestro sistema solar.
La estructura se extiende por más de la mitad del cielo visible, desde la constelación de Virgo hasta la constelación de Grus. Se encontró procesando los datos disponibles públicamente del Telescopio de Fermi, que es el detector de rayos gamma más sensible y de mayor resolución jamás lanzado.
Hasta 2010, estas estructuras no habían sido descubiertas, en parte por una niebla de rayos gamma que aparece en todo el cielo, producida cuando las partículas que se mueven cerca de la velocidad de la luz interactúan con la luz y el gas interestelar de la Vía Láctea.
Las dos burbujas se superponen entre sí y están llenas de partículas ultrarrápidas llamadas rayos cósmicos, que únicamente pueden detectarse mediante telescopios que detectan los rayos gamma de alta energía.
Aunque no se sabe a ciencia cierta de dónde vienen, la evidencia ha llevado a los científicos a algunas conclusiones, como que son el resultado de una antigua y poderosa explosión que ocurrió cerca del centro de la galaxia hace muchísimo tiempo.
Sus posibles orígenes
Por ejemplo, de acuerdo con el Observatorio Astronómico de Shanghái (SHAO) de la Academia de Ciencias de China, estas podrían estar directamente relacionadas con el agujero negro supermasivo en la Vía Láctea: Sagitario A*.
La teoría indica que es posible que este agujero negro "se comió" una masa increíblemente grande, donde eventualmente el material que caía en él se calentó y logró escapar del horizonte de eventos antes de caer.
Este material, energizado por fuerzas magnéticas y eléctricas, se fue alejando poco a poco del centro de la galaxia en chorros de partículas aceleradas casi a la velocidad de la luz, extendiéndose y adelgazando, pero sin perder su estado energético.
Otra teoría indica que las burbujas de Fermi son los restos de una estrella que se acercó demasiado a Sagitario A* y fue destruida, liberando una gran cantidad de energía gravitacional en un solo evento, lo que llevó a su formación.
Sin embargo, también hay otras posibilidades, como señala Space: podría tratarse de una multitud de estrellas en el núcleo del centro galáctico, entre docenas o cientos de estas, densamente pobladas, que se convirtieron en supernovas aproximadamente al mismo tiempo, expulsando eventualmente las columnas de gas a la distancia en la que se encuentran justo ahora.
Por lo pronto, no hay una teoría clara respecto al origen de las burbujas de Fermi, pero sabemos que se encuentran presentes en la galaxia, son grandes, muy grandes, y que aún hay mucho que entender sobre ellas.
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