En 2024, Guangzhou, una de las mayores ciudades de China, experimentó su verano más largo en 30 años. De acuerdo con el periódico The Guardian, en 1994 la estación estival duró 234 días. Sin embargo, el verano del 2024 comenzó en marzo y superó los 235 días antes de la llegada del otoño, alargándose hasta la tercera semana de noviembre.
El servicio meteorológico local vincula el cambio de estaciones a la temperatura y no a la fecha en el calendario. Según esto, se considera que el otoño comienza cuando la temperatura media de cinco días es inferior a los 22 grados centígrados. De acuerdo con el sitio Accu Weather, para el 18 de noviembre pasado, la temperatura máxima era de 26 grados centígrados y la mínima de 20 grados centígrados.
Anticiclón y calentamiento global
Detrás de este verano tan largo en Guangzhou se encuentra un fenómeno conocido como anticiclón siberiano. Se trata de una vasta masa de aire frío que regula los patrones climáticos en el hemisferio norte. En 2024 su efecto fue inusualmente débil, lo cual redujo la llegada de vientos fríos en la región. El fenómeno también está vinculado al calentamiento global, que intensifica las temperaturas y prolonga las estaciones cálidas.
Según los expertos, esto empieza a ser normal. En años recientes, la provincia de Guangdong, donde se encuentra Guangzhou, ha sido escenario de varios fenómenos climáticos extremos. El pasado abril, un tornado azotó la ciudad y dejó al menos cinco muertos y decenas de heridos. La región también ha enfrentado inundaciones severas.
Las altas temperaturas también representan una presión significativa sobre la infraestructura energética. De acuerdo con The Guardian, en 2022 una ola de calor prolongada provocó un uso récord de los sistemas de aire acondicionado. Esto causó apagones en la ciudad debido a la sobrecarga en las redes eléctricas.

La “transición” china
China ha avanzado significativamente en la instalación de energías renovables y se ha vuelto líder global en el desarrollo de infraestructura solar y eólica. Sin embargo, la preocupación por la seguridad energética ha ralentizado la transición del país hacia fuentes de energía más limpias. Por si fuera poco, la dependencia del carbón sigue siendo una prioridad para garantizar el suministro energético ante las crecientes demandas.
Guangzhou es solo es reflejo de cómo el cambio climático, impulsado por las acciones humanas, intensifica fenómenos extremos en todo el planeta. Estudios recientes confirman que muchos desastres, como las olas de calor, sequías e inundaciones, serían improbables o incluso imposibles sin el calentamiento global.
El largo verano de Guangzhou no es un caso aislado, sino una prueba del impacto del cambio climático en los ciclos estacionales y en la vida cotidiana de millones de personas. Este fenómeno pone en relieve la urgencia de tomar medidas globales para mitigar el problema y adaptarnos a un futuro en el cual estos fenómenos serán cada vez más frecuentes y devastadores.
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