En abril del 2021 una corte federal en Australia llegó a la conclusión de que Google deliberadamente engañó a sus usuarios, pues obtuvo datos de sus localizaciones incluso después de que propietarios de smartphones Android habían desactivado la ubicación en sus dispositivos.
Ahora el castigo se ha determinado. Google tendrá que pagar el equivalente a 42.6 millones de dólares estadounidenses, según información retomada por The Guardian y Reuters.
El caso va así: Google explicó, a raíz de la demanda, que para que datos de ubicación no se recopilaran en lo absoluto, los usuarios habrían tenido que desactivar la localización desde el historial de ubicaciones, pero además, también el rastreo de actividad web y de aplicaciones. Si los usuarios desactivaron solo una de las dos opciones, entonces siguieron siendo rastreados, una política de privacidad confusa que originó que Google fuera encontrado acusado por seguir obteniendo datos de ubicación de usuarios que expresamente habían hecho notar sus intenciones de no querer ser localizados por Google.
La multa es "justa y razonable", según la Comisión Australiana de Competencia y Consumo, que también aseguró que la penalización es un mensaje a las plataformas digitales sobre la claridad que deben tener sus políticas de privacidad y la transparencia obligada que tienen respecto a los datos de los usuarios.
La recopilación de los datos ocurrió entre enero del 2017 y diciembre del 2018; 1.3 millones de australianos se vieron afectados, según la comisión. Google tomó medidas para que la recolección de datos no ocurriera a partir de 2018.
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