El desarrollo de videojuegos en México ha dado un salto notable en los últimos años. Ya no se trata solo de juegos para celulares, sino de títulos ambiciosos para PC y consolas, un logro que hasta hace poco tiempo parecía improbable en el país. Uno de estos proyectos es Hannah, un título que, aunque tiene algunas áreas de mejora, presenta una premisa atractiva y deja claro que en México también se pueden crear experiencias de terror únicas. Este primer gran proyecto del estudio SpaceBoy busca llevarnos a esos miedos que parecían olvidados, evocando la sensación de una pesadilla infantil que se vive en carne propia.
Aunque SpaceBoy es nuevo en la industria de los videojuegos, el estudio cuenta con experiencia previa en otros campos. Han trabajado en animación, ilustración y motion graphics para varias empresas nacionales e internacionales, lo que les ha dado un bagaje creativo que se refleja en la estética de Hannah. Sin embargo, este es su primer salto al ámbito de los videojuegos y, aunque este proyecto deja ver que el estudio tiene ideas interesantes y una visión clara, también hay varios aspectos que podrían mejorarse para ofrecer una experiencia aún más sólida en futuras entregas.
Un viaje a los recuerdos y miedos de la infancia
Desde el primer momento en que comienza el juego, Hannah nos transporta a un mundo oscuro y surrealista en el que controlamos a la protagonista, una niña llamada Hannah. Ella debe avanzar a través de un mundo que combina elementos aparentemente inofensivos de la infancia con escenarios y personajes sombríos. Este enfoque estético resulta efectivo para crear un ambiente que mezcla inocencia con terror, evocando el tipo de miedos que podríamos haber sentido de niños ante algo aparentemente inofensivo, como una muñeca o un cuarto a oscuras.
La misión principal de Hannah es encontrar a su muñeca perdida, aunque pronto descubrimos que no se trata solo de eso. En el camino, la protagonista debe atravesar distintos niveles y recolectar piezas de la muñeca, un objetivo que da estructura a la narrativa. Sin embargo, conforme avanzamos, encontramos cintas VHS ocultas que nos cuentan fragmentos de la historia real detrás del juego. Estas cintas revelan poco a poco una historia más profunda, en la que la vida de Hannah se va mostrando como algo menos ameno de lo que parecía inicialmente.
Esta narrativa fragmentada logra añadir una capa de interés al juego, ya que el misterio detrás de la historia de Hannah se va desentrañando con cada cinta. La duración del juego es relativamente corta; en unas seis horas se puede completar la historia principal, aunque para los jugadores que deseen encontrar todos los secretos y explorar cada rincón, podría tomar unas cuantas horas más.
Los verdaderos obstáculos no serán solo los enemigos
En cuanto a la jugabilidad, Hannah es, en esencia, un juego de plataformas en 3D con acertijos. Las mecánicas son bastante sencillas y están enfocadas en avanzar a través de los niveles, evitando enemigos y resolviendo acertijos básicos. Los controles incluyen acciones básicas como saltar, colgarse, deslizarse y mover objetos, lo que permite que cualquiera pueda familiarizarse rápidamente con el juego.
Al igual que otros títulos de este estilo, como Limbo o Little Nightmares, Hannah apuesta por una atmósfera que hable por sí sola. En varios momentos, el juego nos regala perspectivas impresionantes, especialmente con enemigos gigantescos que aparecen en el fondo y logran dar una escala visual interesante. Los enemigos que encontramos durante el juego son principalmente unas larvas que explotan al acercarse a nosotros, y el único objetivo es alejarnos antes de que estallen. Este diseño de enemigos contribuye a mantener un ambiente tenso, aunque con un toque surrealista que encaja bien con el resto del juego.
Sin embargo, uno de los problemas del juego es la precisión en las plataformas. En secciones donde caen enemigos desde el cielo, puede ser complicado realizar saltos precisos debido a la sensibilidad del control, lo cual interrumpe el ritmo del juego y puede generar frustración al tener que repetir secciones. Además, algunas zonas presentan obstáculos invisibles o controles imprecisos que dificultan el avance y afectan la experiencia general.
Durante el juego también encontramos televisores en los que podemos reproducir las cintas VHS que recolectamos a lo largo de la aventura. Aunque esta mecánica añade un elemento interesante al juego, la transición para ver cada cinta puede volverse algo repetitiva y afecta el ritmo general. Aun así, este detalle le da un toque nostálgico y mantiene el misterio en torno a la historia de Hannah.
El juego también introduce algunas ideas originales, como una zona donde encontramos una reunión de robots. Solo podemos avanzar si llevamos una máscara específica, y esta sección logra crear un ambiente de incomodidad bien logrado que aporta a la atmósfera general del juego. Los puzles en sí no son particularmente difíciles y se pueden resolver con lógica básica, pero cumplen su función al diversificar la jugabilidad y evitar que el juego se sienta repetitivo.
La banda sonora, un punto alto en la experiencia
Uno de los aspectos más destacados de Hannah es su banda sonora, creada por Adrián Terrazas, músico reconocido por su participación en The Mars Volta. La calidad de la música es notable, y actualmente cuatro temas de la banda sonora están disponibles en Spotify y Apple Music. Las composiciones logran generar una atmósfera de tensión que complementa perfectamente el ambiente del juego, aportando una sensación de intensidad en cada momento crucial. Sin duda, esta banda sonora es uno de los puntos fuertes del juego y un ejemplo del talento musical que existe en México.
Visualmente, Hannah ofrece contrastes en la calidad de sus gráficos. Algunos escenarios muestran detalles muy buenos en cuanto a texturas y sombras, pero otros parecen menos trabajados, lo que crea una experiencia inconsistente. Además, las físicas del personaje presentan problemas en algunas secciones; en ciertas superficies parece que el personaje flota, lo que puede resultar desconcertante y romper la inmersión.
Las animaciones también podrían pulirse, ya que en ocasiones se observan cortes de frames en los movimientos de Hannah y una vibración de la cámara al subir escaleras. Estos detalles pueden ser corregidos en futuras actualizaciones, y también abren la puerta para que SpaceBoy mejore estos aspectos en sus próximos títulos.
Hannah es un proyecto que, a pesar de algunas fallas técnicas, logra presentarse como una propuesta interesante y con potencial dentro del panorama de videojuegos mexicanos. Más allá de este título en particular, el juego deja claro que SpaceBoy es un estudio que tiene ideas prometedoras y una visión creativa bien definida. Aunque todavía hay aspectos que se pueden mejorar en la jugabilidad y la precisión técnica, la atmósfera lograda en Hannah, sumada a su excelente banda sonora, demuestra que México tiene el talento necesario para crear experiencias en el género del terror. Este primer esfuerzo abre la puerta a expectativas positivas para futuros proyectos, y estaremos atentos a ver cómo el estudio evoluciona y aprovecha su experiencia en el desarrollo de videojuegos.
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