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El Metro en Ciudad de México tiene entradas como las de Francia, es limpio, rápido y ordenado: así lo describió Business Insider

Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

Aunque luego del aumento de precio a cinco pesos del boleto de Metro hace algunos años siguen pareciendo con regularidad vendedores ambulantes, incendios en las líneas y hasta arañas, el Metro está a la vanguardia respecto a sistemas similares en el mundo, o al menos, ese es el enfoque del nuevo texto de Graham Rapier, editor de Business Insider.

Cierto es que el Metro en Ciudad de México opera bajo una demanda descomunal: con 226 kilómetros de vías, 195 estaciones y 12 líneas, transporta a 1.6 mil millones de personas al año, lo que equivale a casi cinco millones en un día laborable.

También son innegables los constantes esfuerzos por implementar nuevos servicios, desde la tarjeta de débito del Metro, como la infraestructura de conectividad a la red, pero lo que Rapier verdaderamente elogia del sistema es su rapidez y su limpieza.

En su texto se lee:

"mientras que las calles están saturadas con tráfico y contaminación, bajo el suelo los trenes son silenciosos, rápidos y eficientes. (...) considerando todas las cosas, el Metro de Ciudad de México obtiene un 10 de 10 en mi evaluación".

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Entradas como las de Francia

Rapier destaca de su visita al Metro la cantidad de señalizaciones que hay, y la iconografía de las estaciones, lo que, en sus palabras, es esencial para las personas que no saben leer. Los íconos además, como sabemos, suelen estar relacionados con etapas históricas o eventos de suma importancia.

Rapier no se olvida de que en ocasiones, para cambiar de una a otra línea, las interconexiones pueden ser algo largas, pero se refiere a ellas como "bellísimas caminatas". De las 195 estaciones que existen actualmente, en 24 de ellas se puede transbordar.

De las 12 líneas, tres concentran el 49 por ciento de la afluencia en un día laborable: las líneas uno, dos y tres.

Una y otra vez hace énfasis en la estética de las instalaciones. Su punto es que tanto las estaciones subterráneas como las que están afuera, suelen ser muy limpias, a diferencia, dice, de lo acostumbrado en el sistema de New York. A ello le complementa las entradas que tienen influencias de Art Nouveau, como la de Bellas Artes, lo que en sus palabras, les hace lucir como si fueran francesas.

El orden en un sistema con millones de pasajeros diarios es esencial. Rapier detectó también las pegatinas y señalamientos que sirven para ordenar filas de ascenso y descenso en algunas estaciones, y que son producto de un proyecto basado a partir de sistemas computacionales creado por académicos de la UNAM.

Con corte a junio del 2018, los señalamientos estaban en 15 estaciones, y aunque están en proceso de llegar a más estaciones, es claro que en algunas también hace falta su renovación ante el evidente desgaste.

"A diferencia de New York, las personas parecen más dispuestas a ayudar a alguien a encontrar la estación o salida que buscan" dice Rapier.

Rapier también destaca las entradas de luz en estaciones exteriores, la existencia de escaleras de emergencia en caso de que haya algún evento sísmico, los vagones exclusivos para mujeres y niños, las filas que a pesar de ser largas su avance es constante y el túnel de La Raza con datos sobre la historia del mundo.

Sin embargo, Rapier no deja de mencionar que no hay un sistema de audio (en la mayoría de las líneas) que notifique sobre las estaciones por venir. Ello hace el ambiente más tranquilo, pero también que siempre haya claridad visual hacia las estampillas que tienen la información de las estaciones de las líneas, lo que puede ser difícil en horas pico.

El diagnóstico de Rapier en ocasiones eses diametralmente opuesto al de la Comisión de Derechos Humanos de la capital. El reporte difundido en enero de 2017 indica que el atraso de hardware y software del Metro es de más de 30 años, lo que es "síntoma de la falta de recursos económicos que se derivan en una insuficiencia tecnológica y en telecomunicaciones".

Además de la obsolescencia de los programas informáticos también hace hincapié en la necesidad de modernizar las estructuras orgánicas, los manuales de organización, la administración y operación del sistema.

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