Japón envió a la criatura equivocada para erradicar a las serpientes de una isla: el desastre fue tan grande que tardaron medio siglo en solucionarlo

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Ismael Garcia Delgado

Editor Jr

Comunicólogo y Periodista por la UNAM. Redactor, locutor, guionista y creador de contenido. Apasionado por la música ochentera, el cine de acción/sci-fi, series dramáticas y la literatura hispana. Fiel defensor del séptimo arte mexicano.

¿Alguna vez has escuchado sobre el famoso caso de los conejos que se convirtieron en una plaga para Australia? Este, es el primero de muchos ejemplos en los que algunos países se ven orillados a tomar medidas extremas para acabar con alguna especia animal. Estados Unidos contra los búhos o Sudáfrica contra los ratones, por mencionar algunos. A la lista se suma Japón y sus casi cinco décadas contra las mangostas.

Todo se remonta al año 1979 en la isla japonesa de Amami Ōshima cuando se redescubrió el conejo de Amami, el cual se creía extinto. Ante la necesidad de conservar el entorno natural de la isla y proteger otras especies locales, surgió una nueva prioridad: controlar la población de serpientes.

Fue entonces cuando el país nipón puso en marcha un plan que, en teoría, parecía infalible: introducir alrededor de 30 mangostas en la isla. El objetivo principal fue que este mamífero controlara la población de serpientes habu, considerada una amenaza para los habitantes.

Aunque la idea lució prometedora, las mangostas resultaron ser ineficaces, ya que son diurnas y no podían cazar a las serpientes nocturnas. Como consecuencia, se provocó un impacto ecológico significativo ya que las habus continuaron extendiéndose sin control, mientras las mangostas empezaron a depredar diversas especies nativas

Esto tuvo un impacto devastador en la fauna local al verse afectadas especies endémicas y en peligro de extinción, como el conejo de Amami redescubierto solo unos meses antes.

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Paradójicamente, la situación se volvió crítica cuando las mangostas, introducidas para eliminar una plaga, se convirtieron en una amenaza mayor. Tal fue el grado que llegaron a ser 10,000 ejemplares en el año 2000. Por lo que desde 1993, Japón puso en marcha una estrategia para controlar a estos otros animales.

El plan: se instalaron alrededor de 30,000 trampas y cámaras con sensores para monitorearlos. Además, los residentes locales formaron el grupo Amami Mongoose Busters, especializado en la captura de mangostas.

25 años después se registró la última captura oficial de una mangosta en la isla de Amami Ōshima. Para febrero de 2023, se estimó que la tasa de erradicación de las mangostas era del 98,8 al 99,8%. En septiembre de este año, el Ministerio de Medio Ambiente de Japón declaró oficialmente erradicadas las mangostas no autóctonas en la isla considerada Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO.

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Casi medio siglo después, Japón aún no puede cantar victoria. A pesar del anuncio del retiro de trampas de la isla, se mantendrá la vigilancia con cámaras para prevenir la reintroducción de estas criaturas. La cereza en el pastel: no han habido actualizaciones sobre la situación de las serpientes habu.

Aunque en México no se han registrado casos con un efecto dominó de tal magnitud, las plagas se mantienen a la orden del día. Los escarabajos conocidos como "gallinas ciegas" o la mosca de fruta, son algunas especies que ejemplifican el impacto en la industria agrícola del país. Desde afectar el crecimiento, el depósito de larvas hasta ocasionar la muerte en diferentes tipos de cultivos, son algunas consecuencias de su presencia.

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