No sé ustedes, pero cada día que pasa yo utilizo menos mi teléfono como teléfono, y más como un ordenador de mano, rara vez hago llamadas, y difícilmente me termino mi paquete de minutos gratis, ¿será acaso que cada día platicamos menos pero creemos que nos comunicamos más?
Conversar definitivamente es un arte, uno que cada vez cultivamos menos, las sobremesas se han terminado, las largas charlas con una taza de café en mano, se han sustituido por largas interacciones vía whatsapp con el interlocutor sentado frente a ti, con una taza de café excesivamente caro en la mano y sin que medie contacto visual.
¿Fobia a hablar o sólo a expresarnos?
Aunque de buenas a primeras este entorno podría parecernos futurista la verdad es que hemos llegado al colmo de la "incomunicación" de la mano de aplicaciones como Yo o emojli cuyas propuestas son definitivamente erradicar la palabra (es escalofriante).
Déjame te platico un poco de mí, cuando yo estaba en la preparatoria, una de mis habilidades menos explotadas y conocidas era la de conversar, era una chica bastante tímida y me costaba trabajo interactuar con mis compañeros, supongo que un smartphone entonces me hubiera venido bastante bien, pero al mismo tiempo, hubiera matado mi potencial de conversadora. Decidí estudiar la carrera de comunicación para forzarme a hablar, a abrirme, a manifestar mis pensamientos/sentimientos/emociones hablando y no por escrito, ya que la escritura y yo éramos muy buenas amigas desde mis tiernos 12 años.
Pero hoy me encuentro sumida en un mundo de zombies, personas que parecen "vacías" de la chispa de la vida, porque lo único que hacen es poner sus deditos grasosos sobre las pantallas de sus celulares (o sus tablets), caminan así, comen así, conducen así (aún con los riesgos), y no dudo que estando en la intimidad, también recurran a mirar cuando menos la hora por el miedo a comprometerse realmente con la persona de cuya compañía supuestamente disfrutan.
Tal vez sea yo una persona muy soñadora, o muy idealista, pero si me invitas al café, obvio no te pediré que pongas tu teléfono en silencio, o que los pongamos todos en la mesa y que el primero que suene o el primero que lo tome pague la cuenta, pero sí te pediría algo mínimo llamado respeto, si me invitas para platicar, charlemos, por horas, sin tomar en cuenta el tiempo, y que el café se diluya en las palabras que compartimos hablando, y no por escrito.
¿Será que mi idea tiene futuro? A ti ¿qué te provoca el hábito de andar con el smartphone como un apéndice más de tu cuerpo? Espero sinceramente que no llegue el día anunciado en el título, en que el smartphone mate definitivamente la conversación.
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