Después de tantos años de estar jugando títulos de diferentes tamaños, colores, sabores y duraciones, he llegado a una importante conclusión: El tiempo en los videojuegos es relativo. 100 horas del multiplayer del Call of Duty en turno te puede dejar lo mismo (o incluso mucho menos) que las 3 horas que representa el perderte en el desierto de Journey.
Muy simple. Hoy en día los juegos no suelen durar más de una media de 10 horas, y esto si bien nos va. Ya sea porque nos presentan una experiencia tan única que les da el lujo de durar poco, o porque tienen incluído un multiplayer en el que se prometen horas infinitas de juego dando como resultado una experiencia en solitario con horas que te caben en una mano. Por estas razones, si un juego no tiene unas siglas que son más o menos RPG en su género de nacimiento, muy posiblemente estemos ante un producto al que le daremos muy pocas horas de vida.
Esto ha llevado a muchos debates de consumo donde unos abogan que un juego no vale la pena si dura muy poco, ya que el valor precio/duración no representa un beneficio jugoso suficiente como para desenfundar la cartera y quemar unos cuantos billetes; mientras que otros defienden a capa y espada cualquier producto lúdico que les entregue más horas que la media.
Por esta razón juegos como Call of Duty venden como churros. Prometen horas y horas y horas y horas de juego en línea, lo que nos lleva a un costo por hora ínfimo inclusive si lo comparamos con juegos de menor costo. Siguiendo el ejemplo inicial, si compras CoD a 60 dólares y lo juegas 100 horas, nos da un valor neto de 60 centavos de dolar por hora de juego; en cambio, si comparamos que Journey nos sale a 15 dólares y nos entrega unas 3 horas de juego, estamos ante un título que nos cobra 5 dólares por hora de entretenimiento.
Esto da como resultado un problema que suele afectar a todos los consumidores, donde es muy fácil caer en el pensamiento colectivo de que si un juego no dura mucho no suele valer el gasto. Eso en muchos casos esta mal. Un título de seis horas puede ser tan interesante y dejarte mucho más que otro de treinta, y lo mejor es que si metemos otros factores más profundos en la ecuación, esta relación se dispara hasta dar resultados como los de Journey y Call of Duty, donde muchos preferimos esas 3 horas de juego a enajenarnos durante 100 horas en una mecánica de repetición hasta el hartazgo y que no nos deja mucho más de la diversión primaria.
También hay un factor muy importante. Hay conceptos, historias o mecánicas que necesitan veinte horas para desarrollarse y otros a los que sencillamente no les hace falta. Mientras que un RPG gordo como Ni No Kuni necesita como unas 15 horas para empezar a cuajar de manera correcta, hay otros juego como Dragon's Crown en los que todo queda clarísimo con unos cuantos minutos de inmersión. Y claro, eso no le quita o da más valor a ninguno de ellos dos. Es como decir que un libro sería mejor si le agregamos más páginas, o que una película mala mejoraría si le agregamos minutos de metraje. No, esa película seguiría siendo igual de mala.
Con los videojuegos sin embargo esto pasa. Cuando un videojuego es más corto de lo que según los jugadores debería ser, es muy fácil sacar de la boca que el título en cuestión sería mejor con unas cuantas horas más delante de las narices. Lo más seguro es que no. Con unas horas más, un mal juego hubiese sido igual de malo o peor. Y a un juego bueno, eso de alargarlo con calzador, podría resultar contraproducente.
En esto de los videojuegos el tiempo es relativo. No se guíen por horas de juego cuando buscan “calidad” al comprar un título. Más horas no significa “mejor” y, definitivamente, menos horas no se traducen en que recibiremos menos a cambio por nuestro dinero. Tan bueno puede ser un título de 5 horas como uno de 100. Lo verdaderamente importante es lo divertidas que puedas hacer esas horas de juego y lo mucho que saques de ellas. Y claro, cada quién tiene sus gustos bien definidos. Yo prefiero unas pocas horas que me dejen algo significativo a cambio, a cientos de horas que en la balanza no me dejan nada de nada.
Es como elegir entre ver Pulp Fiction o un largo maratón de la saga Twilight.
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