De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas.
Estas son las palabras ahora inmortales del famoso pintor Salvador Dalí al hablar sobre su visita a nuestro México, describiendo lo vivido en aquella época, y que aún décadas después, puede aplicarse de manera cotidiana sin temor a equivocación.
Si comenzamos a hablar de política o gobierno, sin duda es una de las áreas donde nos veremos en la necesidad de utilizar frases similares a las de Salvador, y en esta ocasión lo volvemos a presenciar con el infame "apagón analógico", la ya desvirtuada iniciativa en pro de acercar al país a la era digital mediante la terminación de la señal televisiva analógica. Y es que no sorprende que los resultados no fueran los esperados, sino unos no imaginados.
Como bien lo comentábamos a mediados del año pasado, el gobierno apoyaría a las familias de escasos recursos con esta transición y regalaría televisores para promover dicho cambio, ya que al parecer se trata de una de las necesidades básicas del mexicano promedio.
Estos televisores fueron encomendados y encaminados por la Sedesol, quienes se "encargaron" de asegurarse que los aparatos realmente llegarán a donde se les "necesitaba", pero como ya lo sabemos, no fue precisamente esta la forma en que sucedieron las cosas.
La desorganización, la corrupción y la misma ignorancia de siempre
Y es que con 13.8 millones de televisiones entregadas, ya nos parece hasta aceptable que unas cuantas terminarán en manos de aquellos que sí tienen el poder adquisitivo, o en las de algún conocido de un funcionario, pero el colmo de todo esto es que ni se cuida que quien sí la merezca pudiese obtener algún beneficio.
De acuerdo con información de la SCT y el INEGI, al menos unas 129,415 familias obtuvieron su pantalla, pero no tienen luz para utilizarla. No sólo se "perdieron" aparatos, sino que algunos terminaron en las manos correctas, pero sin los recursos indicados.
Sabemos que la pobreza es uno de los problemas más grandes del país (la delincuencia y la corrupción están en el top), pero ¿realmente no es tan obvio para un órgano del gobierno?, ¿cómo pueden regalar televisiones a quienes no tienen ni luz?.
Sea para bien o para mal, las familias siempre pueden vender los equipos para cubrir otros aspectos más importantes de sus vidas, puesto que el pueblo sabe perfectamente que hay prioridades por encima de las televisiones, pero el gobierno percibe que la mayoría estará contenta con el regalo pues es lo mismo de siempre: "atole con el dedo". Después de todo, es el 2015, año de elecciones, año de maldiciones y año de circo, maroma y teatro.
Vía | Forbes México
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