Jane Friedman, una reconocida escritora estadounidense, enfrentó una de las grandes pesadillas para los artistas del siglo XXI: su labor creativa fue remplazada por una Inteligencia Artificial. Lo peor de todo es que fue uno de sus lectores quien se lo hizo saber.
A través de su blog personal y su cuenta de X (antes Twitter), Friedman relató su experiencia al descubrir que en Amazon se vendían libros bajo su nombre, pero que ella nunca escribió. El título de la entrada es Preferiría que mis libros fueran pirateados antes que esto.
Según explica, ella cuenta con una extensa cantidad de obras que pueden ser consultadas de manera gratuita, por lo que no duda que alguien haya recopilado algo de ese contenido para entrenar a una IA y que así pueda simular su estilo de escritura.
“Cuando comencé a revisar estos libros, al ver sus primeras páginas, me resultó obvio que la mayoría del texto, si no es que la totalidad, había sigo generado por una IA”.
La creciente atención que recibieron Inteligencias Artificiales como ChatGPT generaron preocupación entre autores de todo el mundo, quienes temían que usuarios se apoyaran de estas herramientas para crear contenido de manera masiva y saturaran el mercado editorial con obras de baja calidad, pero a precios mucho más accesibles.
Esto desembocaría en una disminución sustancial de sus fuentes de ingreso. Lo que pocos esperaban era que el robo fuera tan descarado, al punto en que alguien más vendiera libros generados por IA bajo el nombre de algún autor reconocido.
En abril pasado, legisladores de Estados Unidos e integrantes de sectores artísticos y creativos se reunieron para discutir las implicaciones, tanto positivas como negativas, del desarrollo de Inteligencias Artificiales.
Derivado de esta reunión, se propuso la creación de leyes que protejan a los escritores y su autoría de las IA, entre las que se encontraban exigir a directivos de las empresas desarrolladoras mayor transparencia sobre cómo entrenan a los modelos de inteligencia.
Descubrimiento de Jane evidenció que no es la primera víctima de usurpación
Para presionar al Gobierno de los Estados Unidos a abordar el problema con seriedad, el Sindicato de Autores (The Authors Guild) redactó una carta en la que se solicita a los directivos de IAs como OpenAI, Alphabet, Meta, Stability AI, IBM, y Microsoft, no solo aumentar las medidas de gestión de sus usuarios, sino también solicitar consentimiento de los autores cuyas obras son usadas para entrenar estas herramientas, además de retribuirles y compensarles de manera económica.
“Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcionan el ‘alimento’ a los sistemas de IA. Están gastando miles de millones de dólares en desarrollar tecnología de IA. Es justo que nos compense por utilizar nuestros escritos”, se argumenta en la carta abierta que el Sindicato de Autores redactó.
La carta ya ha sido firmada por más de 10,000 autores estadounidenses, incluidos figuras como Dan Brown, Nora Roberts y James Patterson, entre otros.
Otros escritores comentaron el blog de Jane Friedman, y confesaron que también se han topado con libros que Amazon vende bajo sus nombres, pero que nunca escribieron.
Friedman dijo que le preocupa que cada vez más autores se vean obligados a participar en un juego de cacería para identificar falsificaciones de este tipo.
“Lo aterrador es que esto puede ocurrirle a cualquiera cuyo nombre ostente reputación, estatus y demanda, de los que alguien pueda ver una manera de obtener ganancias”, sostuvo.
Poco después de que Jane hiciera pública esta problemática, el equipo de Amazon se puso en contacto con ella y retiró los libros falsificados de su plataforma, además emitió una disculpa y garantizó que se redoblarán esfuerzos para atender denuncias como éstas.
Además de Amazon, los libros falsos también aparecieron bajo el nombre de Jane en la plataforma Goodreads, de donde fue más complicado retirarlos.
“Usas IAs para crear contenido es tan fácil y barato que me preocupa que esta sea la manera en que la competencia desleal use IA para remplazar a los creadores humanos. Nunca se podrá obtener la misma calidad con una IA que la ofrecida por creadores humanos”, concluyó Friedman.