Hay muchas formas de caer en una ilegalidad o malas prácticas tecnológicas; desde robarle la señal de WiFi al vecino y hasta descargar música de Internet de sitios no autorizados para ello. Ya no hablemos de comprar bases de datos en el mercado negro.
Algunas son menos dañinas que otras. Unas son realmente imperdonables, como hackearle la cuenta a tu novio(a) o esposo(a) para monitorear su actividad ¿cuántas y de cuáles has realizado tú?
Seamos honestos, todos hemos cometido o seguimos cometiendo algún tipo de ilegalidad o mala práctica tecnológica ya sea mayor o menor. De hecho quizás algunos no sean del todo “ilegal”, pues ello implica quebrantar una ley y, para el caso de México e incluso de muchos países, la tecnología y su vasto mal uso siguen todavía sin ser en su mayoría tipificados en los códigos penales correspondientes.
Lo cierto es que los países han venido atendiendo el tema y han creado policías tecnológicas o cibernéticas. El Gobierno Mexicano cuenta con la suya desde hace más de 10 años. Actualmente es la Dirección General de Prevención de Delitos Cibernéticos, adscrita a la Comisión Nacional de Seguridad. Recién en 2013 el Gobierno del Distrito Federal creó la propia y otros estados han venido haciendo esfuerzos similares.
Pero ¿qué es un delito informático o tecnológico? La empresa española especializada en el tema Recovery Labs incluye en su página web la definición generada por el Convenio de Ciberdelincuencia del Consejo de Europa; “los actos dirigidos contra la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de los sistemas informáticos, redes y datos informáticos, así como el abuso de dichos sistemas, redes y datos”.
En México el nuevo Código Penal Federal en su artículo 211 bis 1 al bis 7 define a los delitos de este tipo, aunque sin ser experto en el tema me parecen muy limitados los delitos que castiga. Quizás hay más ordenamientos particulares. Existe además un sinfín de investigaciones que lo analizan pero como este no es un artículo científico o académico, hasta aquí dejamos este ángulo del tema para entrar a lo cotidiano.
Ilegalidades tecnológicas cotidianas
En esta vida todo producto o servicio tiene un precio y por ello lo que deseamos no siempre lo podemos comprar. De aquí que solemos acudir a “trucos” con el que esperamos conseguir el producto/servicio digital o electrónico deseado.
Pongamos el caso del robo de una señal WiFi con código de acceso, un tema popular por varias razones. Primero porque cada día hay más smartphones y que si no están conectados a Internet de poco sirven. Segundo porque las telefónicas mantienen un precio todavía alto de los planes de datos tanto en móviles como en fijos. Tercero porque pensamos es un acto que afectará poco al dueño de la señal. No faltará un trasnochado que diga que el acceso a Internet es ya un derecho humano y por lo tanto el captar una señal WiFi con código por el medio que sea es totalmente legítimo.
Para llevar cabo a cabo este “préstamo de señal” (dirían algunos) invertimos tiempo en el aprendizaje aunque ahora es menos que antes pues tenemos tutoriales en YouTube, por cierto muy visitados. Incluso en el mercado negro se venden programas que facilitan dicho robo. Y ya que hablamos del tema ¿es delito robarse señal de WiFi? Hasta donde pude investigar sigue sin ser delito en México y otros países como Perú, lo cual es toda una invitación a la ilegalidad, más no así en países como España (art. 255 del Código Penal), EE.UU o Reino Unido.
Otro caso común de ilegalidad tecnológica es la descarga de música a través de medios no autorizados para ello, un caso ya muy analizado, comentado, penado (en otros países, no en México…todavía) pero todavía muy usado a pesar de la cada vez mayor accesibilidad en precios de la música; 10 pesos la canción o gratis si tienes WiFi y te conectas a servicios como Spotify o Rdio. Y claro, no faltará quien diga que 10 pesos es mucho para algunas personas pero no lo es tanto cuando de comprar cigarros o cerveza se trata y como estos productos no se pueden piratear o robar tan fácilmente, pues hay que pagar.
Pasemos a otro caso más delicado; la irrupción en las cuentas de correo electrónico o de redes sociales de otras personas. Se le denomina violación de correspondencia en medios electrónicos. En Argentina la Corte Suprema determinó el año pasado que entrar a una cuenta de Facebook sin autorización es un delito. Aunque en México, tenemos un marco legal relativo a los delitos cibernéticos o informáticos, el mismo sigue siendo limitado. El año pasado se trató de reforzar la ley (por ejemplo penalizando las descargas ilegales) pero no avanzaron las iniciativas presentadas.
Otras ilegalidades comunes realizadas de manera cotidiana son subir videos al Internet de transmisiones que tienen derechos, como por ejemplo, juegos deportivos o resúmenes de estos. Cuando te pierdes un partido de tu equipo favorito lo primero que hacemos es ir a YouTube a buscar el resumen. Otras acciones no son ilegales pero si malas prácticas cívicas como compartir passwords para acceder a una página de contenido restringido (Periódico Reforma, New York Times, etc.) o a un servicio de uso restringido (Infinitum Móvil).
Joel Gómez en su artículo “10 cosas ilegales que estás haciendo en Internet” nos detalla con puntualidad más acciones ilegales tecnológicas y añade algunas de las penas (monetarias y prisión) a las que se hacen acreedores los violadores en México, aunque no todas están tipificadas o clarificadas.
El mensaje es claro; mientras la mayoría de las ilegalidades cibernéticas o informáticas cotidianas no profesionales siguen sin ser penalizadas en México, el buen comportamiento de las personas es el que determinará al final de cuentas el número de ilegalidades que se cometen y el impacto de las mismas.
Ilegalidades cotidianas; depende de cada quién
Es común creer que los “pequeños pecados cívicos” no abonan a la impunidad y corrupción de un país. Consideramos que el tolerar el comportamiento corrupto de un amigo o conocido, el circular en bici en sentido contrario al flujo vehicular, el robar la señal de Internet al vecino, el husmear “sin querer” el email de un ser querido o el descargar una canción (“la última”) del Internet sabiendo que hacemos mal, entre otros actos cuestionables, no merecen un momento de reflexión para analizar su impacto en nuestras vidas y en el desarrollo de una sociedad. Son cosas irrelevantes, diremos muchos, comparado con los problemas que tengo en mi trabajo, mi pareja o en la familia.
Y como ninguna de estas acciones es penada o castigada y ni siquiera en el seno familiar (o raramente lo es), las seguimos cometiendo y pronto lo hacemos parte de la cotidianeidad sin pensarlo. Pero igual hacen-hacemos miles de ciudadanos al mismo tiempo, conllevando a una acción colectiva de pecados cívicos que hacen mermar los valores cívicos y que no contribuyen a la disminución de la impunidad y la corrupción nacional.
Y no se trata de puritanismos, sino simplemente de cumplir con lo que es correcto para poder seguir viviendo en sociedad (otra cosa es lo privado). Eso incluye todo lo relacionado con el buen uso de las tecnologías, incluyendo un buen comportamiento en la Internet y redes sociales (tener “netiqueta”).
No estoy pretendiendo convencer a todos quienes leen este artículo a ser los mejores ciudadanos del mundo. Simplemente a que apelemos al sentido común. Porque, adaptando una frase de Einstein, no esperemos tener un México diferente si seguimos haciendo lo mismo.
Primera imagen : NRK Beta
Ver 34 comentarios