Hace unos días, nuestros compañeros nos daban sus puntos de vista, tanto a favor como en contra, sobre la última novedad sobre los alimentos en polvo diseñados para librarnos de las tareas de la cocina y con ello sustituir todos nuestros alimentos por dichos productos. Ellos tocaron algunos puntos importantes, desde la parte nutricional y hasta el cómo afectaría esto nuestras relaciones interpersonales.
Sin embargo, este tema implica cosas mucho más profundas, tales como la cultura gastronómica del lugar donde se comercialice este producto, los riesgos en la salud y lo contraproducente que podría resultar en países donde la explotación laboral está en crecimiento. Dicho esto, realicemos un análisis sobre los alimentos en polvo y el sí podrían ser, o no, el futuro de la comida en México.
Un poco de contexto
Soylent es un producto que vio su desarrollo en Estados Unidos, cuya contraparte en Europa es la marca Joylent. Si nos damos una vuelta por su sitio web veremos que nos reciben con la siguiente pregunta What if you never had to worry about food again? - ¿Qué tal si nunca más tuvieras que preocuparte por la comida? -, pregunta que engloba perfectamente la intención de Rob Rhinehart, creador de Soylent, de dejar a un lado todo lo que implica preparar una comida: comprar ingredientes, cocinar, limpiar trastos y lograr una nutrición balanceada, para abrirle paso a un producto que prentende ser nuestra única fuente de nutrición.
En eso último es donde marca su diferencia con otros compañías existentes en el mercado, que desde hace muchos años comercializan suplementos alimenticios en polvo y que normalmente se toman para sustituir una o dos de las comidas del día. La misma FDA (US Food and Drug Administration) clasifica a Soylent no como un suplemento nutricional, sino como un alimento.
Este "alimento" tiene un perfil nutricional de 2000 calorías, de los cuales el 50% son carbohidratos, el 20% son proteínas y el 30% restante son grasas; al consumirlo, difícilmente podríamos excedernos en azúcares, grasas saturadas e incluso colesterol. A este valor se le une otro conjunto de convenientes como son el poco tiempo que requiere su preparación, una menor cantidad de desperdicios ambientales y un control de peso estructurado.
Todo un sueño, pero ¿tiene futuro en México?
Soylent, Joylent, o como sea que termine llamándose cuando se ponga a la venta en México, es sin duda el sueño hecho realidad de muchos pero puede de la noche a la mañana convertirse en una pesadilla. Y es que, la comida no es solo un combustible, hecho que tenemos bien cimentado en un país con una amplia cultura gastronómica, donde la forma en que preparamos, compartimos y degustamos nuestros alimentos es también una forma de expresión.
Afortunadamente para nosotros los mexicanos, nacimos en un país cuyos campos producen una extensa variedad de frutas, verduras y hortalizas, lo cual repercute en la disponibilidad y el precio al que los adquirimos, así como en la crianza de aves y ganado para el consumo humano, sin mencionar los beneficios de nuestros litorales.
Felizmente también, nuestras costumbres gastronómicas y tradiciones culinarias nos han enseñado la diversidad de nuestra cocina, permitiéndonos crear una gran cantidad de platillos, tanto sencillos como elaborados, con los ingredientes más básicos: el maíz, el frijol y el chile.
Gracias a todo ello, en México tenemos una clara preferencia por los platillos preparados de forma casera y estamos acostumbrados al placer de la comida, a saborear, a oler, a sentir la textura, a disfrutar de nuestros alimentos. Ya sea sentados a la mesa con nuestra familia, o en cualquiera de los puestos de comida callejera que podemos encontrar prácticamente en cualquier esquina.
Son precisamente los puestos de antojitos y las fondas de comida corrida, las que en México representan un peligro para compañías como Soylent, pues si no tenemos tiempo para preparar nuestras comidas, sabemos que es muy fácil encontrar buena comida en lugares cercanos, a cualquier hora y a un precio que se ajuste a nuestro presupuesto. El que sea nutritivo, es quizá, lo que menos nos interesa - aunque esté mal hecho -.
Hablando de precios, el tamaño más pequeño de Soylent tiene un precio de 85 dólares equivalente a 1310 pesos al tipo de cambio actual, con el que es posible cubrir las necesidades nutricionales de una persona adulta por una semana entera. Un precio elevado, considerando que el salario mínimo diario es de 70.10 pesos, que a la semana representan 490.7 pesos y que deben servir para cubrir las necesidades a toda la familia. Situación que no es favorable para este tipo de productos, dado que aproximadamente el 57% de los mexicanos asalariados percibe menos de 3.5 salarios mínimos.
Por otro lado, si comparamos el precio de una porción de Soylent que es de aproximadamente 3 dólares o 46 pesos, contra el costo de una comida corrida (de 30 a 45 pesos), que es un poco más balanceada que la servida en los puestos ambulantes, vemos una diferencia muy pequeña, aunque no es equiparable en términos de nutrición pero tampoco de sabor y de variedad, características muy valoradas por los mexicanos.
Alimentos en polvo, en México, solo una alternativa más
Con todo lo expuesto anteriormente, podemos ver que el panorama de este tipo de productos tienen futuro en México como una alternativa para sustituir ocasionalmente alguna de nuestras comidas, ya sea por algo no previsto, un día excesivamente complicado, una emergencia, o para quienes gustan de realizar actividades al aire libre en lugares alejados. Pero se antoja difícil el lograr que los mexicanos, cambiemos nuestro modelo de alimentación tradicional por un único y monótono alimento bebible.
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