Jaime Ávila estaba en la preparatoria cuando tuvo su primer acercamiento formal a la fotografía, pues resulta que fue invitado a un cuarto oscuro a realizar el revelado de unas fotos, el proceso lo dejó fascinado, al grado que se ofrecía a hacerle el trabajo de revelado e impresión de fotografías a los estudiantes de comunicación que conocía.
Así fue como empezó a hacer fotografías para poder tener películas que revelar. Con el tiempo le tocó el cambio a la fotografía digital y aunque se perdió algo del romanticismo del cuarto oscuro, se interesó más en la producción de imágenes.
Imágenes con vida
Las fotografías de Jaime son evocativas, tienen vida, porque para él, lo más importante es lograr conmover a través de las imágenes, si él se conmueve con lo que ve, entonces está seguro que aunque quien la vea no sienta exactamente lo mismo que él vio, seguro no se quedará indiferente ante esa instantánea.
Una de las cosas más importantes para Jaime es conectar con la ciudad o con las personas que retrata, identificando los momentos o detalles que pueden mover al espectador. Para ello es necesario ser muy empático y estar pendiente de lo que sucede alrededor, y son esas cosas que sorprenden las que plasma en su fotografía, que él denomina de calle.
Retratos clandestinos
Sus retratos hechos un poco desde la "clandestinidad" nos permiten ver la esencia de las personas, sin embargo, en la mayor parte de los casos no conoce a quien está frente a su lente, y ellos en muchas ocasiones ni siquiera se percatan de que han sido captados por su cámara. Para Jaime es muy importate saber qué hay a su alrededor y también qué sucede dentro de sí mismo, y si hay algo en especial que desea retratar, lo busca primero dentro, y después sale a la calle para encontrarlo.
Jaime cuenta que no esconde su cámara, pero es un tanto voyeurista, le gusta mirar a la gente, saber cómo se desenvuelven en su cotidianeidad, observarlos, y congelar los momentos a través de la lente. Hay que destacar que no le gusta la fotografía de poses sino que trata de captar lo más natural de la gente, con una mirada artística, pero eso sí, sin sacar de contexto ni tratar de comprometer al otro, logrando no dejar camino a una sola interpretación negativa de lo que se mira, ahí está la diferencia que él hace con sus imágenes.
La parte técnica la divide en dos. La primera parte es la compensación de la luz, estar pendiente de los cambios en la luz del ambiente, si se atraviesa una nube, ajustar la cámara, aún si no se tiene todavía un objetivo qué fotografiar, se vuelve instintivo, se tiene que actuar rápido.
La segunda parte está en el enfoque, si bien es cierto que las cámras modernas enfocan en apenas una fracción de segundo y es más difícil tener un error en el foco, hace unos años esto no era tan sencillo, para ello le sirvió mucho aprender el enfoque por zonas. Sabe muy bien a qué distancia está el sujeto, enfoca con la cámara hacia el piso y en cuestión de un momento levanta la cámara y dispara, manteniendo a la persona en foco.
Olfateando las imágenes
Para Jaime es muy importante estar cerca de la gente que va a fotografiar, tan cerca que pueda literalmente olerla, su filosofía es que necesita "oler lo que va a retratar". Si no tiene a la persona suficientmente cerca, entonces para él se pierde la intención de la foto, porque le gusta reflejar la cercanía en las imágenes.
Como a muchos fotógrafos, en un inicio no le gustaba hacer retratos, porque la idea de tener a las personas enfrente no le resultaba atractiva, sin embargo a través del tiempo fue tomándole el gusto a observar a la gente, tenerla cerca, crear un contacto visual a través de la cámara y ahora procura enfocarse en los retratos.
En cuanto a la fotografía de paisaje, para él es algo que debe pensarse mucho, planearse mucho, por eso prefiere hacer fotografías espontáneas de las personas.
Proyecto TK24
Entonces se le ocurrió después de haber hecho durante varios años el proyecto 24 horas en la Ciudad de México, que quería ir a fotografiar durante 24 horas una ciudad que le resultara lo más ajena posible.
Así fue como llegó a Tokio, con la idea de hacer fotografía de calle, y se la pasó 24 horas capturando la vida de los tokiotas, sus ires y venires en el transporte público, en la calle, en los bares donde se relajan después del trabajo, los mercados, el puerto, admirando la vida de esa ciudad de la que no conocía ni su cultura, ni el idioma, ni la geografía, confiando en su olfato fotográfico y logrando captar la esencia de la vida en esa ciudad cosmopolita.
Justo cuando estaba por cumplir las 24 horas de su reto, después de haberse caminado la ciudad durante toda la noche por haber perdido el último metro, se encontró en el puerto, y mientras miraba los colores del amanecer y un ave que se encontraba nadando en la orilla, alcanzó a observar otra ave que levantó el vuelo, justo ahí levantó su cámara y disparó una de las imágenes que aún sin gente, no pierde la esencia del retrato, esos retratos que le han dado su sello distintivo.
Planes a futuro
Para Jaime lo que sigue es continuar soñando proyectos que se cristalicen, entre las ciudades que tiene en mente fotografiar durante 24 horas se encuentra Lisboa, Bangkok, alguna ciudad de Europa del Este y alguna otra de Sudamérica. Su idea principal es lograr que las personas que son de esas ciudades la puedan admirar desde el punto de vista de un extraño, que pueda descubrirles lo bello que hay en su ciudad, lo que es fotografiable, lo que impresiona y sorprende a los visitantes, sobre todo, ser capaz de alejarse de los estereotipos y de lo que se "supone" que debe encontrarse en cada sitio.
Otra cosa que le gustaría hacer es lanzarse a fotografiar algunas festividades o representaciones culturales del mundo que lo atraen por su componente humano, porque recordemos que le gusta observar a las personas. Una de sus asignaturas pendientes es ir a fotografiar el Festival de los Colores o de La Primavera en la India, o bien ir a algún otro gran festival donde poderse encontrar con mucha gente, y ser capaz de registrar lo que le sorprende para poderlo compartir, y aunque no necesariamente sorprenda a alguien más, que puedan disfrutar a través de su mirada.
El mercado de la fotografía en México
Jaime Ávila es un fotógrafo de calle, su fotografía no es comercial, sin embargo sabe que es posible ganarse la vida haciendo fotografía en nuestro país, siempre y cuando los fotógrafos se preocupen por innovar, y no tanto por copiar fórmulas de éxito de otras personas.
También reconoce que el mercado de la fotografía en México está un poco en pañales porque hace falta una cultura de apreciación artística, sin embargo, el boom de la fotografía digital, especialmente de la fotografía móvil, ha logrado que poco a poco las personas aprendan a distinguir entre una foto que es buena y otra que no lo es gracias a la exposición que tienen a redes sociales, especialmente a instagram.
Además comenta que efectivamente se puede vivir de la fotografía, que hay muchas oportunidades para hacer negocio a partir de las imágenes, pero que no es posible encasillarse en querer vivir solamente como fotógrafo de bodas, y menos cuando algunos de esos fotógrafos no se toman el trabajo con la seriedad debida.
La clave es que quien quiera dedicarse a la fotografía valore su trabajo, sepa que hay mercado y negocio para todos, y que debe encontrar una perspectiva o un sello personal para lograr comercializar mejor su producto.
Agradecemos a Jaime haber compartido con nosotros su experiencia de aventurarse a fotografiar una ciudad completamente desconocida durante 24 horas, y esperamos pronto poder ver otros proyectos similares en otras ciudades del mundo, vistas desde su lente.
Todas las fotos pertenecen a Jaime Ávila.
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