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Un banco convenció a la gente de un pueblo pobre en EE.UU. que gastaran todos sus ahorros: ahora está lleno de millonarios

Ismael Garcia Delgado

Editor Jr

Comunicólogo y Periodista por la UNAM. Redactor, locutor, guionista y creador de contenido. Apasionado por la música ochentera, el cine de acción/sci-fi, series dramáticas y la literatura hispana. Fiel defensor del séptimo arte mexicano.

Crisis, inversiones y devoción por una marca. Así inicia la historia de Quincy, un pequeño pueblo de Florida que se convirtió en el más rico de los Estados Unidos durante la época de la gran depresión. La fortuna de su habitantes no se dio gracias al oro o el petróleo, sino a una bebida.

La gran apuesta. Era la década de 1920 y el país norteamericano vivía una de las crisis financieras más grandes de su historia. Aunque pareciera que todo iba en picada, los habitantes de Quincy continuaron dispuestos a gastar su último centavo en un vaso de Coca-Cola. Un banquero se dio cuenta de esto, e hizo un movimiento que convirtió a los habitantes del pueblo en millonarios. Su nombre: Mark Munroe.

Cotizaciones en la bolsa... a precio de ganga. En un pequeño pasaje por la historia de la compañía, Coca-Cola debutó en la bolsa a 40 dólares por acción en el año 1919, pero una disputa con la industria azucarera y los embotelladores hizo que el precio cayera rápidamente a 19 dólares.

En ese momento, las acciones se encontraron a un precio bajísimo. Valían incluso menos que el valor del efectivo en el banco. Mark "Pat" Munroe vio esto como una oportunidad y comenzó a comprar acciones en grandes cantidades. No solo invirtió él mismo, sino que también alentó a sus amigos y conocidos en Quincy a hacer lo mismo.

Apoyándose de su influencia y el respeto que tenía en la comunidad, Munroe promovió la compra de dichas acciones de Coca-Cola como una apuesta segura. El resultado: al menos 67 habitantes invirtieron en la marca.

El poder del convencimiento. Seguro de su estrategia, Munroe persuadió a cada persona que solicitó un préstamo en su banco a cambio de aceptar acciones de la empresa. Sin importar la profesión, desde agricultores hasta profesores, se vieron alentados en invertir en la refresquera. Al ver que la acción se encontraba a 19 dólares, se tomó como una oportunidad única.

Su estrategia resultó ser una jugada maestra. Quincy, una ciudad agrícola, prosperó durante tiempos difíciles gracias a los dividendos de Coca-Cola, convirtiéndose en la ciudad más rica per cápita de Estados Unidos durante aquella época.

Los que confiaron en Munroe e invirtieron sus recursos, amasaron grandes fortunas que se transmitieron de generación en generación. Con ello, formaron dinastías de riqueza duradera. De este hecho, se dio el origen a los llamados "millonarios secretos de Coca-Cola".

Los resultados al siglo XXI. De acuerdo con un estudio realizado a mediados de 2012, se demostró que una sola acción de Coca-Cola, con dividendos reinvertidos, valía 10 millones de dólares. Entonces, los propietarios recibieron anualmente 270,000 dólares en dividendos, distribuidos en cheques trimestrales de unos 67,500 dólares.

Así, si los bisabuelos hubieran invertido entre 1,900 y 4,000 dólares en 100 acciones, hoy tendrían más de mil millones de dólares. Al día de hoy, Quincy continúa como una ciudad tranquila y agrícola con menos de 10,000 habitantes. Sin embargo, en sus calles todavía viven algunos de los nietos de las familias que construyeron un imperio a base de dos cosas: una bebida de azúcar y una apuesta del todo por el todo.

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