La llamada "Reina Roja" fue la supuesta esposa del gran Pakal, gobernante de la ciudad de Palenque, antiguamente llamada Lakam-Ha. El mayor reto al que se enfrentaron los arqueólogos y reconstructores fue el de colocar cada pieza de acuerdo con la fisionomía de la reina, de la que se sabe falleció entre los 50 y los 60 años de edad.
Definitivamente el hallazgo de su tumba en su momento (1994) dejó perplejos a los arqueólogos al consistir de cientos de cuentas y piezas que armaban el intrincado mosaico que adornó el cuerpo de la fallecida reina.
Constantino Armendáriz es uno de los artífices de la reconstrucción en tres dimensiones del ajuar de la reina, lo hizo a base de cientos de dibujos que se empalmaban uno sobre otro hasta dar lugar al gran "salto" de abandonar la bidimensionalidad, así lo explica:
Sin todos los años de dibujo, de todo el modelado, sin insistir en cada uno de los detalles: de los bordes, de la forma de las teselas, habría sido imposible llevar a buen puerto esta propuesta de montaje, la cual esperamos aterrice también en un mediano plazo en el Museo ‘Alberto Ruz Lhuillier'
El primer lugar donde se exhibirá este magno ajuar será en el Museo J. Paul Getty,como parte de la muestra "Golden Kingdoms", posteriormente, a partir del 28 de febrero estará disponible en el Metropolitan Museum de Nueva York.
El siguiente paso para Constantino y los arqueólogos Arnoldo González y Fanny López es hacer una recreación real del momento en que fue amortajado el cuerpo, siguiendo lo narrado en el libro del propio González, quien es director del Proyecto Arqueológico Palenque:
Tras ejecutar los rituales que corresponden a su estatus, su organismo (de la Reina Roja) fue purificado con agua y posteriormente embadurnado por completo con cinabrio. Posteriormente, le fue colocada su mejor indumentaria; un pik de algodón que le cubría el cuerpo desde abajo de los senos hasta la altura de los tobillos y sobre ésta, un k’ub (pectoral), también de algodón que llegó a envolverle el pecho y la parte superior de los brazos, que estaba adornado con numerosas cuentas de jade y concha que cubrían casi toda su superficie.
Sus largos cabellos fueron arreglados en numerosas trenzas para conseguir un soporte abultado que permitiera colocarle el tocado del dios Narigudo compuesto de teselas de jade, concha y piedra caliza, que había sido concebido para encumbrar la condición suntuosa de su portadora en el más allá.
Los esfuerzos para reconstruir el tocado y el pectoral fueron titánicos, tomaron además de muchas horas, varios meses en encontrar el soporte ideal para las piezas, ya que debía hacerse una aproximación a lo que había sido hace 1,345 años cuando acaeció la muerte de esta dignataria maya.
El ajuar completo consta del pectoral, el tocado, una diadema, dos orejeras, pulseras en cada muñeca y una cuenta de jade en cada tobillo, además de la máscara mortuoria y el cinturón real.
Esperemos saber pronto de su visita a nuestro país.
Imágenes | INAH
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