La noticia del día y del fin de semana es la anulación de la licitación del Tren de Alta Velocidad (TAV) DF-Querétaro por parte del Presidente Enrique Peña Nieto (EPN). Una noticia que pone breve pausa al doloroso caso Ayotzinapa. No es menor este asunto. Se trata de la segunda obra más importante del sexenio, luego del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
La SCT señala que busca darle mayor transparencia al proceso y evitar los masivos cuestionamientos al proceso de licitación y por lo tanto a la obra en sí. En realidad La Presidencia busca eliminar otro frente de batalla. Con Tlataya, Ayotzinapa, Politécnico y otros, ya era más que suficiente.
México amanece con la noticia de que la licitación del TAV DF-Querétaro ha sido cancelada por parte del Presidente de la República. Apenas el pasado lunes 3 de noviembre el titular de la SCT había anunciado en conferencia de prensa y al lado de los ganadores, el resultado de dicha licitación. Eran todas caras contentas. Era la cereza del pastel luego del arranque en julio pasado de las obras del tren DF-Toluca y de un momento anhelado por muchos; la consolidación de un medio de transporte abandonado hace más de 20 años, aún y cuando teníamos tres líneas (pequeñas) de trenes de pasajeros (Chepe de Chihuahua, Izamal de Yucatán y el Tequila Express en Jalisco), aunque con fines meramente turísticos.
Una licitación cuestionada
EPN no fue el primer presidente en proponer un tren rápido en México, pero sí quien lo va a hacer realidad. Ya Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo habían propuesto en su tiempo, aunque algunos le dan dicho crédito a Carlos Salinas de Gortari. A los dos primeros muchos los tacharon de locos. El caso es que EPN desde su campaña había dicho una y otra vez que si ganaban, el proyecto del tren DF-Querétaro era una realidad (lo mismo dijo AMLO).
Cuando un candidato aduce con tanta firmeza una propuesta o promesa que depende principalmente de dinero, es 99% seguro que se va a llevar a cabo. De aquí que los interesados en la obra debieron haber iniciado a prepararse tan pronto EPN ganó la elección presidencial, en este caso las empresas ferroviarias Alstom, CAF, Bombardier, Siemens, Mitsubishi, entre otras.
Es decir tuvieron dos años y cuatro meses. A este argumento implícito apeló en su momento el titular de la SCT para defender la licitación que recién se acaba de cancelar y en la cual hubo sólo un participante; el grupo CRCC, liderado por las empresas China Railway Construction Corporation International y CSR Corporation Limited. Estas se asociaron con las mexicanas Constructora y Edificadora GIA, Prodemex y Constructora Teya.
Pero en todo el proceso de licitación hubo dos problemas. El primero es que las empresas no pueden preparar un proyecto de tal envergadura en base a tiempos políticos, es decir, desde que EPN toma posesión de la Presidencia (dos años cuatro meses) sino en base a los tiempos técnicos-oficiales, momento en que se lanza la convocatoria a participar (julio) y a presentar propuestas (octubre), es decir ¡cuatro meses!. En este cortísimo tiempo sólo el grupo liderado por los chinos presentó su propuesta, quienes dijeron llevaban más de un año trabajando en el tema. Los demás señalaron que el tiempo oficial fue corto.
El segundo problema fue el perfil del grupo liderado por los chinos. Por un lado tenemos a los chinos por sí mismos, cuestionados siempre a donde van debido a la opacidad, voracidad y respaldo de su gobierno comunista. La desconfianza es inevitable. Por el otro tenemos a los dueños (o principales accionistas) de las constructoras mexicanas socias. Todas con vínculos priístas y en la comparecencia de ayer en el Senado por parte del titular de la SCT, se lo recordaron. El senador Javier Corral (PAN), dijo lo siguiente y que fue difundido por diversos medios: “La relación de los dueños de estas empresas con el PRI o con el Presidente es diversa; Gerard es cuñado del ex presidente priista Carlos Salinas de Gortari, Hinojosa Cantú guarda estrecha amistad con Peña, en tanto que Hank simboliza el origen del grupo Atlacomulco”. Más claro ni el agua.
El contexto y lo que sigue
Ante los fuertes cuestionamientos generados tanto a nivel empresarial como político, y al peligro de que esto se extendiera al nivel social, EPN decide cancelar la asignación de la obra al Grupo CRCC. Sin duda una buena decisión, aunque la mancha a la obra ya no se quitará, aun y cuando se intenta borrarla con este paso y posiblemente se asigne a otro grupo constructor.
Además recuérdese el contexto actual; Tlataya, Ayotzinapa y el Politécnico, todos sin resolverse y en momentos cruciales. El Gobierno Federal simplemente no podía abrir otro frente de batalla que duraría por siempre (la obra sería recordada por ello) y mancharía los positivos logros obtenidos por las reformas estructurales.
Ahora bien, hay consecuencias por esta decisión de anular el proceso de construcción del tren. De entrada tenemos a los chinos, quienes seguramente se sentirán ofendidos y difícilmente pondrán nuevamente sobre la mesa el financiamiento para la obra. Para ellos no hay indignación social que valga debido a que en su país las decisiones del gobierno se obedecen, no se consensuan. Además EPN visita a ese país el lunes próximo. Habrá caras largas y enojadas en las autoridades chinas. Las explicaciones mexicanas deberán ser contundentes y firmes.
Luego tenemos a las constructoras mexicanas ligadas al grupo chino. A partir de ahora el nuevo proceso de licitación, y que se publicará a finales de noviembre, estará todavía más vigilado por la sociedad, quién cuestionará con más fuerza si un grupo ligado al grupo en el poder participa en el proceso.
EPN ha dado un buen paso en su decisión de ayer. Son muchos más los puntos positivos que los negativos. La espera por subirse al nuevo tren habrá valido la pena, pues será una obra que busca reflejar a ese nuevo México que todos queremos, y no al México que intentamos dejar atrás (impunidad, compadrazgo, corrupción) pero que todavía no podemos.
Foto portada: Doug Bowman
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