"Consideramos que el virus no se desarrolló como un arma biológica", esa es una de las conclusiones a las que llegó el departamento de Inteligencia Nacional de Estados Unidos en su último informe donde se investigó el origen del SARS-CoV-2 causante del COVID.
En el documento, se menciona que los argumentos que apuntaban a el arma biológica propuestos en 2020 por un virólogo que trabajaba en un laboratorio afiliado a la OMS en Hong Kong eran inconsistentes con la información disponible sobre el coronavirus, además de que contenían inexactitudes técnicas y omitían puntos clave. Estos artículos no fueron revisados por pares y se rechazaron al considerarlos científicamente erróneos.
También se da a conocer que a pesar de que algunas agencias de inteligencia americanas se encontraban divididas sobre cuál era el origen de la enfermedad, la mayoría estuvieron de acuerdo en que no era producto de la ingeniería genética, al no tener la suficiente información para tomar esa postura.
Dos posibles orígenes del virus
El documento señala que en las agencias de inteligencia del gobierno se manejaron dos hipótesis: o había sido causada por la exposición a un animal infectado, o se trató de un incidente asociado las malas condiciones de bioseguridad en un laboratorio, pero no se pudo llegar a determinar la causa.
La primera de las hipótesis sostiene que la primera infección humana por COVID-19 fue probablemente causada por la exposición natural a un animal que portaba el SARS-CoV-2 o un virus progenitor cercano, más del 99% similar al SARS-CoV-2. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido confirmar la fuente animal.
En el caso de la hipótesis del laboratorio, se asociaría a la exposición al virus durante un proceso de experimentación o análisis. Esta exposición estaría influenciada por las inadecuadas condiciones de bioseguridad, en específico por la falta de precauciones necesarias, que pudieron dar alguna oportunidad para que el SARS-CoV-2 llegara a un ser humano.
Por otro lado, el informe precisa que el COVID-19 apareció aproximadamente en noviembre de 2019 y descarta que las autoridades chinas tuvieran conocimiento de la enfermedad antes de que se registrara el primer brote.
En Wuhan ya se experimentaba con virus similares desde 2013
A pesar de esto, si afirma que el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) "creó quimeras o combinaciones de coronavirus similares al SARS", pues el genoma de otros virus recolectados en 2013 eran hasta 96% similares, pero esto no permitía determinar completamente si el SARS-CoV-2 fue creado genéticamente por el WIV.
También señala la falta de cooperación por parte de China para explicar el origen del virus, ya sea determinando el contacto inicial con un animal, o definiendo el laboratorio en Wuhan que manejaba el virus antes que el COVID-19 emergiera.
En esto último enumeran las limitantes impuestas por Beijing para que la OMS accediera con sus equipos a distintos sitios para su análisis, o la postura de China sobre que la investigación para determinar el origen se trataba de un tema político y no darían pie a que se generara lo que llamaron una "teoría de conspiración".
Junto a esto, el informe recopila los casos en que China intentó posicionar sus propias narrativas en las que se determinaba que el origen del virus se dio fuera del país, llegando por comida importada (teoría extremadamente improbable) o que el SARS-CoV-2 había sido creado y propagado por Estados Unidos.