Sabemos que la contaminación en el aire relacionada al tráfico causa un daño en la salud humana, pero hasta ahora hay poca información sobre cómo exactamente afecta varias partes del cuerpo, y en específico el cerebro.
Ahora, una nueva investigación hecha por científicos de la Universidad de Columbia Británica (UBC) y la Universidad de Victoria, publicada en Environmental Health, revela que inhalar los gases del escape de un auto puede llegar a cambiar la conectividad de un cerebro en apenas dos horas.
Así fue el proceso de análisis y sus resultados
Para este estudio, se realizó un ensayo aleatorio doble ciego de 25 adultos sanos, de entre 19 y 49 años de edad, sanos, no fumadores, que estuvieron expuestos directamente a la contaminación de un automóvil en un entorno de laboratorio, mientras que en otra etapa se les estudio respirando aire limpio filtrado.
Escáneres cerebrales de cada uno se tomaron antes y después de cada escenario, revelando que tras respirar la contaminación en el aire de los autos, sus cerebros mostraron una conectividad reducida en la red de modo predeterminado (DMN), un conjunto de regiones cerebrales interconectadas que son más activas cuando participamos en pensamientos internos.
Esto significa que el humo de los autos afecta las áreas del cerebro que tienen mayor actividad cuando la persona no se centra en lo que sucede a su alrededor, que también tiene que ver con actividades introspectivas como soñar despierto (que a menudo conduce a la creatividad), contemplar el pasado o futuro o pensar en la perspectiva de otra persona.
Éstos hallazgos no se habían observado antes en humanos, y aunque la investigación no probó sus efectos en la capacidad del cerebro, dice Science Alert, hay otros estudios que sí lo han estudiado.
Por ejemplo, en análisis previos se ha relacionado la conectividad cerebral alterada a la disminución de la memoria del trabajo, también conocida como memoria operativa, que es el conjunto de procesos que permiten el almacenamiento y manipulación temporal de la información para tareas cognitivas complejas como comprensión del lenguaje, lectura, habilidades matemáticas y aprendizaje o razonamiento.
La necesidad de más información al respecto
Por lo pronto, la neuropsicóloga Jodie Gawryluk de la Universidad de Victoria señala que se necesitan más estudios para comprender los impactos funcionales de estos cambios, ya que pueden afectar el pensamiento o directamente la capacidad de trabajo de las personas.
Por lo pronto, dice Gawryluk, los resultados de este estudio permitieron conocer una forma en que la exposición crónica a la contaminación de aire puede tener efectos nocivos en el cerebro.
El lado bueno de su investigación, es que se encontró que los cambios observados en el estudio fueron temporales, y el cerebro de los participantes regresó a la normalidad una vez que respiraron nuevamente aire limpio.
La contaminación de los autos no es el único problema
Hasta ahora hay otras investigaciones, algunas de ellas en la Ciudad de México, que encontraron biomarcadores relacionados al Alzheimer en cerebros de adultos jóvenes, niños e incluso bebés que vivían en la urbe.
También, se encontró evidencia de cuál es el causante de desencadenar el daño, nanopartículas metálicas de contaminación de aire en el cerebro de muchos de sus habitantes, partículas que una vez inhaladas pueden pasar por alto la barrera protectora del cerebro.
El estudio también considera que a pesar de basarse solamente en el análisis de los gases de escape de los autos, también puede existir otro tipo de contaminación en el aire, que puede funcionar más rápido y tener peores efectos en la salud humana.
Imagen: Ilya Plejánov
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