Que si para bajar de peso, aumentar de masa muscular, hasta las especiales para personas diabéticas, existen dietas de todo tipo. Ya sea por necesidad o por gusto, muchos nos acoplamos a ciertos alimentos con el fin de balancear nuestra comida. Menos mal, la humanidad ha dejado atrás la tendencia suscitada durante de la Edad Media.
Todo comenzó en el lejano siglo XI cuando los europeos se adentraron en la antigua cultura egipcia. A partir de entonces, comenzaron a consumir una sustancia medicinal conseguida a partir de cadáveres de momia, cuestión que se desencadenó por una palabra clave: Mumia.
La confusión. De acuerdo con la explicación por parte del historiador Karl Dannenfelt, hubo un error de traducción. Originalmente, el significado de la palabra "mumia" se refería a una sustancia curativa encontrada en una montaña persa, filtrada del asfalto negro, y cuyo nombre proviene de la palabra local para "cera". Esta sustancia era apreciada en el mundo árabe por sus propiedades médicas y su valor.
Sin embargo, cuando los europeos occidentales comenzaron a traducir textos islámicos, una mala interpretación llevó a una confusión generalizada. En los siglos XI y XII, varios traductores identificaron incorrectamente la "mumia" como una sustancia exudada de cuerpos preservados en tumbas egipcias.
Por lo tanto, el desconcierto surgió porque "mumia" sonaba similar a "momia". Entonces, los europeos, cautivados por los hallazgos en Egipto, asociaron erróneamente la "mumia" con los cuerpos en lugar del asfalto persa. Este error se afianzó y la palabra quedó vinculada a las momias egipcias.
La consecuencia. Todo esto dio como resultado al llamado “canibalismo médico”, una práctica en la que el consumo de restos humanos se alineó con las teorías médicas predominantes. Bajo la consigna de "lo similar cura lo similar", comenzaron a tratarse los dolores de cabeza con cráneo triturado, y para las enfermedades de la sangre, bebían sangre humana.
En este contexto, tan solo el error de traducción llevó a que las momias egipcias fueran consumidas como un remedio milagroso. Así, creció la demanda de los cuerpos, lo que llevó al comercio de momias falsas.
Ladrones y comerciantes comenzaron a convertir cadáveres frescos, cuerpos de criminales y personas esclavizadas en “momias” para beneficiarse de la tendencia. Estos cuerpos eran embalsamados, secados y molidos en polvo para ser utilizados en remedios caseros.
La continuidad. Con el pasar de los años, se llegó al siglo XII cuando los boticarios utilizaron momias trituradas como remedio medicinal. Con ello, los médicos recetaron cráneos, huesos y carne molidos para tratar diversas enfermedades, desde dolores de cabeza hasta la peste. El punto clave: llevaron a cabo esta técnica durante 500 años.
Pero lo más extremo llegó aún más adelante cuando los médicos comenzaron a ofrecer carne y sangre humana para la vitalidad. A tal grado llegó este hecho, que figuras como el rey Carlos II de Inglaterra tomaron medicamentos elaborados a partir de cráneos humanos para tratar convulsiones. Para 1909, los médicos continuaron con el uso de cráneos humanos para tratar afecciones neurológicas.
Siete siglos después, específicamente en el XIX, la fiebre por el consumo de cuerpos embalsamados pasó... al mundo del entretenimiento. Llamadas "fiestas de desenvolvimiento", estos eventos se convirtieron en un pasatiempo entre la sociedad victoriana, la cual, solo disfrutaba el ocio de ver cuerpos que eran despojados de sus vendajes.
Cambios en la ciencia medicinal. Con el pasar de los años, y los avances en la ciencia, el consumo de cadáveres como solución para las enfermedades desapareció, y claro, también el canibalismo post-mortem. Afortunadamente, en la actualidad ya no se recurre a estas medidas, pues exhumar una momia para compensar los requerimientos de proteína no suena a la mejor opción.
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