México cuenta actualmente con 300 casos de lepra en tratamiento a lo largo de 28 de los 32 estados del país. Además, hay 12 municipios catalogados como "prioritarios para la enfermedad" por la prevalencia que ha tenido por cada 10,000 habitantes.
Estas cifras se revelan en el último boletín epidemiológico de la Secretaría de Salud, que abarca del 16 al 22 de julio de 2023, donde se informa del número de casos hasta la semana epidemiológica 29.
La Secretaría de Salud revela que a pesar de estas cifras, se ha observado un descenso del 98% con respecto a 1989, cuando se documentaron 16,694 casos, por lo que México sigue en "Vías de la eliminación de la Lepra como problema de salud pública".
Entre los 300 casos hay siete estados y 12 municipios que tienen una mayor prevalencia de la enfermedad por cada 10,000 habitantes: Jalisco (Tuxcacuesco, San Sebastián del Oeste y San Cristóbal de la Barranca), Michoacán (Nocupétaro y Nuevo Urecho), Morelos (Tlaltizapan), Nuevo León (Lampazos) Oaxaca (El Espinal, Santiago Niltepec y San Miguel Chimalapa), Sinaloa (Choix) y Yucatán (Tunkas).
Qué es la lepra y cómo se transmite
De acuerdo con la Secretaría de Salud, la lepra (también conocida como enfermedad o mal de Hansen), es una enfermedad "crónica infectocontagiosa" causada por la bacteria Mycobacterium Leprae, que afecta principalmente a la piel y a los nervios periféricos, pero que también puede llegar a impactar más órganos y hasta ser sistémica, es decir, que se distribuye en todo el cuerpo.
Según María del Rosario Morales Espinosa, académica del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM, hay varios elementos no bien definidos sobre esta enfermedad, tanto el mecanismo de transmisión como los síntomas.
Por ejemplo, se cree que la lepra se presenta cuando una persona inhala gotas de saliva de alguien infectado, si se está en contacto directo y prolongado con el enfermo. Adicionalmente existe la susceptibilidad del huésped, por lo que puede haber más personas en condiciones similares de interacción que no se infectan.
Esta enfermedad no se transmite por compartir objetos ni con el contacto directo con la piel de la persona enferma.
Síntomas y formas de clasificar a la lepra
En cuanto a los síntomas, Morales Espinosa menciona que hay varias señales que apuntan a la lepra. Están las lesiones dermatológicas que aparecen como "únicas", hipopigmentadas (es decir, más blancas que el resto de la piel), rojizas y que tienen bordes elevados, aunque el elemento clave del diagnóstico es la pérdida de sensibilidad en la región donde aparece la mancha y los márgenes que la rodean.
Por su parte la Secretaría de Salud detalla que se clasifica en dos tipos: lepra lepromatosa y lepra tuberculoide, así como dos grupos de casos (indeterminados y dimorfos), afectando en general ojos, piel y nervios periféricos.
Además tiene distintas manifestaciones clínicas. En la lepra lepromatosa las lesiones tienen forma de nódulos (bolas) que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, mientras que la tuberculoide se caracteriza por una o pocas manchas blancas sin sensibilidad.
Sin embargo hay otro tipo, la difusa, donde se observa la cara lisa y brillante, debido a la infiltración de la piel por el bacilo. En este caso las personas sufren alopecia en cejas y pestañas, cambio en la parte blanca del ojo (esclerótica) que se torna azulada, y pueden llegar a presentar deformidades en nariz y extremidades si no se atienden de forma oportuna.
Sin embargo, un factor que dificulta su detección temprana es que se trata de una enfermedad de replicación lenta, por lo que puede tardar entre cinco y hasta 20 años en manifestarse tras el contagio inicial.
Tratamiento y prevención de la lepra
La lepra es una enfermedad curable. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) se recomiendan tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina, en un tratamiento conocido como multimedicamentoso o politerapia, con una duración que depende del tipo de lepra, que puede ir de los seis a doce meses.
Esta terapia termina por matar a la bacteria y curar al paciente, pero un diagnóstico a tiempo y tratamiento adecuado pueden ayudar a prevenir discapacidades.
La OMS también recomienda que para prevenir mejor la enfermedad es necesario realizar un rastreo de contactos domésticos, vecinales y sociales. A estos se les debe administrar una dosis única de rifampicina, como un tratamiento quimioprofiláctico, es decir, para evitar la infección de la bacteria en casos de elevado riesgo.
La Secretaría de Salud advierte que de acuerdo al comportamiento epidemiológico en México, la bacteria prevalecerá en el medio ambiente y a pesar de la disminución de los casos, no se cortará la cadena de transmisión definitivamente, por lo que se necesitan más esfuerzos para el diagnóstico, tratamiento e identificación de los casos para cambiar el estado de la enfermedad.
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